Por: Otto Guibovich Arteaga, Excomandante General del Ejército
Para Lampadia
Culminadas las elecciones regionales y municipales del 07 de octubre, Ancash, la región más golpeada por la corrupción eligió alcaldes provinciales y distritales y debe en segunda vuelta decidir quién será su próximo Gobernador y he ahí la difícil disyuntiva para quienes tienen la esperanza que esta región cambie de rumbo y la corrupción no retome su curso exponencial.
Tres cosas merecen resaltarse de esta campaña que ingresa a su tramo final: el bajo involucramiento de la población en las elecciones, las campañas multimillonarias de algunos candidatos y la presencia solapada de personajes cuestionados tras algunas candidaturas y verdaderos interesados en el poder.
Ancash, según el padrón electoral cuenta con 870,629 electores y asistieron a las urnas 656,032 votantes, ello representa el 25% de ausentismo y lo más delicado se encuentra en la composición del voto: 166,901 votaron en blanco o viciado, es decir, solo 489,131 votaron válidamente por alguna de las quince opciones regionales. Si los dos candidatos que deben disputar la segunda vuelta suman alrededor del 30% de la votación válida, el 42 % no asistió, voto en blanco o viciado demostrando su descontento y escepticismo con un ritual electoral periódico que confirma lo que todos temen: salvo respetables excepciones, se cambiarán mocos por babas y la población perdió la fe en la política.
Ancash ha sido uno de los escenarios de campaña donde más dinero se ha invertido y la gran pregunta es ¿cómo lo hacen, sin poner en riesgo el futuro de la gestión que van a iniciar en enero?. Claro está que una campaña electoral cuesta y hay que invertir, pero hay agrupaciones políticas regionales que han invertido cifras exorbitantes en una campaña que empezó uno o dos años atrás y que difícilmente será fiscalizada por la ONPE cuando las evidencias de campaña son hechos consumados y desaparecidas luego del 7 de octubre. La ONPE ya no hace fiscalización concurrente.
En Ancash existe un fenómeno social que el tiempo y las acciones han ido perfilando. Ha surgido una nueva modalidad de hacer política o hacer negocios: la creación de “empresas políticas” que es como puede definirse a una agrupación de personas que se juntan, crean un logo, se inscriben, invierten grandes sumas en una campaña, toman el poder y luego recuperan su inversión saqueando los fondos del estado. Estas “empresas políticas” ganan por saturación propagandística en todos los rincones de la región y con prebendas clandestinas aprovechando la pobreza de quienes por necesidad aceptan.
En el distrito de Quillo, Yungay, las Rondas Campesinas detuvieron a dos miembros de una organización llamada “Rio Santa Caudaloso”, por regalar cajitas de fósforos con la imagen de su candidato y un billete de veinte soles acondicionado dentro. Viejas mañas para comprar conciencias y votos. Mucha gente muy pobre no reclama, acepta y su pobreza es aprovechada para el trueque de votos por dinero vil.
Después de Lima sede central de la administración nacional, la región del Huascarán tiene la mayor cantidad de funcionarios en prisión por crímenes desde sicariato hasta el robo de fondos del estado y de la ilusión y esperanza de un pueblo.
Muchos candidatos aparecen con derecho como portaestandartes de grupos políticos pero no solo hay que mirar lo que brilla sino la opacidad detrás y es ahí donde encontramos a los verdaderos patrocinadores de candidaturas.
Hay exalcaldes de pasado oscuro y con procesos judiciales por malos manejos de los recursos del estado, empresarios ligados a exgobernadores presos, algunos de los mal llamados comandos de Álvarez, etc. ¿Qué buscan? titiriteros que de altruismo tienen nada, buscan más y más recursos de esta empobrecida región. Gente ligada a un recién electo alcalde ya hablan de las obras urgentes “pues hay que recuperar la inversión de las dos campañas”.
Dos candidatos a la región deberán definir en las próximas semanas quien será el gobernador de Ancash y coincidentemente ambos representan algunas de las campañas más pródigas en una región con 166 distritos y mucha pobreza.
Sorprende la campaña realizada por Somos Perú (SP), partido que ya tuvo autoridades de gestión desastrosa como en Carhuaz donde el proyecto de agua potable por 32 millones no ha solucionado el problema (tienen agua solo medio día) y La Contraloría halló un faltante de más de 16 millones. Una obra vital desnaturalizada por la corrupción y ¿Cómo imaginar que la gestión pueda ser mejor a nivel regional? Nada bueno en el horizonte.
Los antecedentes personales del candidato de SP no los mencionaré en este artículo pues son harto conocidos y porque pasaron los controles que debieron encargarse de filtrar y si lo hizo, quizá solo conozcamos una cara de la moneda.
Del movimiento regional El Maicito, es vox populi que el principal interesado en el poder regional es el Sr Vladimir Meza exalcalde de Huaraz cuya gestión es muy cuestionada y con proceso judicial en curso. Por si faltaba algo, su hermano postula al cargo de Vicegobernador y como sucede en Ancash, casi siempre se termina con autoridades diferentes a las elegidas para el cargo. Veamos algunos casos.
El Gobernador elegido el 2014 purga prisión y el Vicegobernador quien lo reemplazó siguió la misma suerte, hoy un consejero desempeña tal función. En Chimbote la ciudad más grande de Ancash, la alcaldesa elegida, está sentenciada y prófuga, quien la reemplazó igualmente sentenciado y otro regidor desempeña esa función. Elegimos a Pedro y nos gobierna Pablo en una inestabilidad política regional brutal que alimenta el hartazgo y desafección del pueblo hacia políticos y política.
Entre ambos candidatos regionales suman alrededor del 30% de la votación válida, suficiente para la segunda vuelta, la pregunta es ¿cuánto de legitimidad les otorga el pueblo ancashino? Una población que ya no ve la política como servicio y solución a sus problemas sino como un vil negocio.
Nada fácil la alternativa que se presenta a la población Ancashina en la segunda vuelta electoral, pero Frederick Forsyth fácilmente titularía a esta situación por compleja una vez más, como la Alternativa del Diablo.