Por Moisés Naím, Economista
El Comercio, 17 de abril de 2018
Cuatro realidades impactarán la economía generando costos, pero también oportunidades.
“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo”.
Este es el primer párrafo de “Cien años de soledad”. Cada cierto tiempo, a Macondo lo sacude lo que los economistas, politólogos y sociólogos de hoy llaman un choque externo. Es un invento foráneo que trastoca la economía, las relaciones de poder, los hábitos y costumbres. Así, además del hielo, a Macondo lo sacudieron la llegada de los imanes, la pianola, ideas políticas en conflicto que dispararon una larga y sangrienta guerra civil o la bananera, una empresa multinacional más poderosa que todos los gobiernos y todos los ejércitos. Las convulsiones de Macondo ofrecen una excelente metáfora para discutir los sacudones que le vienen a América Latina.
Siempre ha sido la región con las economías más volátiles del mundo. Periódicamente, una etapa de expansión y prosperidad es súbitamente reemplazada por otra de estancamiento y miseria En los próximos años, a las sacudidas económicas se van a añadir otras:
El cambio climático. Según la ONU, América Latina es una de las más vulnerables a los accidentes climáticos que seguirán aumentando en frecuencia, fuerza, fatalidades y costos. Es la zona más urbanizada del planeta: el 80% de sus habitantes viven en ciudades, la gran mayoría de ellos son pobres. La corrupción también agudiza la fragilidad. Es frecuente, por ejemplo, que funcionarios venales autoricen construcciones en lugares inadecuados o que ignoren las violaciones a las normas de construcción a cambio del pago de una coima.
Los efectos del cambio climático constituirán los choques externos más transformadores que ha vivido América Latina. Cambiarán dónde y de qué viven los latinoamericanos; lo que producen y lo que gastan.
La revolución digital. Inteligencia artificial, big data, robótica, ‘blockchain’, computación cuántica y redes neuronales son solo algunos de los campos en los que se dan las revoluciones tecnológicas. Las posibilidades que abren estas nuevas tecnologías son maravillosas, pero también enormes los problemas que plantean. Un importante efecto indeseable de la revolución digital es que puede destruir muchos puestos de trabajo existentes antes de crear otros nuevos. En América Latina el impacto sobre el mercado laboral será más fuerte. Según la ONU, en las próximas décadas dos de cada tres empleos formales en Latinoamérica serán automatizados.
La nueva intolerancia a viejos males. La desigualdad económica y la corrupción son dos plagas perennes en Latinoamérica. A pesar de que su erradicación ha sido siempre la promesa de populistas y revolucionarios, en la práctica las sociedades las aceptaban como realidades inevitables. Esto ha comenzado a cambiar. La coexistencia pacífi ca de los latinoamericanos con la corrupción y la desigualdad se está acabando. Las fechorías de los corruptos, que siempre han existido, ahora se han hecho más visibles e inaceptables. Las nuevas clases medias, más numerosas, educadas, informadas y conectadas, se han activado y están hartas de la impunidad. Guatemala, Brasil y Perú se han unido a la lista de países como Corea del Sur, Ucrania, Arabia Saudí y China, donde las acusaciones de corrupción han llevado a la cárcel a políticos y empresarios antes intocables.
Si bien estas acciones son locales, en muchos casos los estímulos que prenden la mecha vienen de afuera. El escándalo de la empresa Odebrecht, por ejemplo, es brasileño, pero ha resultado en un choque externo que ha convulsionado la política de América Latina.
La política. A finales del siglo XIX, un período tan caótico como el actual, el pensador italiano Antonio Gramsci escribió: “El viejo mundo se está muriendo. El nuevo tarda en llegar. En ese claroscuro se ceban los monstruos”. Es natural que estos nuevos monstruos foráneos también hagan de las suyas en América Latina. Internet es utilizado para polarizar, destruir reputaciones e influir sobre las elecciones. El impacto en sociedades aprensivas, que ya están crispadas y confundidas, puede ser enorme. Nuevos caudillos mundiales como Xi Jinping o Vladimir Putin mueven fronteras y cambian reglas. Donald Trump desestabiliza a su país y al mundo. ¿A quién creer? ¿En quién confiar? La política es siempre muy local, pero ahora lo local se mezcla con lo global casi instantáneamente. Si la principal cadena de transmisión de este tipo de choques externos son las redes sociales, entonces América Latina es, de nuevo, la región más vulnerable. Según un estudio de ComScore, los latinoamericanos pasan en las redes sociales el 29% del tiempo que están en Internet. En ninguna otra parte el tiempo en las redes sociales es tan alto: en EE.UU. es el 14% y en Asia el 8%.
—Las buenas noticias—
Los choques externos que impactarán a Latinoamérica tendrán altos costos, pero también abrirán oportunidades inéditas. Y los latinoamericanos son expertos en sobrevivir a la volatilidad. Las empresas latinoamericanas de hoy son ágiles y eficaces sobrevivientes de los periódicos revolcones que súbitamente cambian las reglas del juego.
La nueva intolerancia con la desigualdad y la corrupción es una buena noticia. El cambio climático trae catástrofes, pero también cambios en los ciclos agrícolas que pueden aumentar la productividad y el rendimiento de las cosechas. Habrá una demanda de nuevas industrias especializadas en la adaptación a los cambios del clima.
Lo mismo vale para la revolución digital. Las nuevas tecnologías crearán nuevos mercados. Y si bien la polarización y la crispación política de las sociedades crea las peligrosas convulsiones políticas de las que se aprovechan los populistas, también puede estar abriendo espacios para nuevos líderes democráticos.
Los choques externos son una amenaza creciente para América Latina. Pero no tanto como las amenazas que constituyen la complacencia y la falta de previsión.
El ‘más de lo mismo’ ya no va a funcionar. Quienes antes rompan con el conformismo y salgan de su zona de comodidad tendrán más oportunidades de evitar que los choques externos se los lleven por delante.