Carlos Milla, Past president de la Cámara de Comercio del Cusco
El Comercio, 25 de febrero de 2019
La vieja capital de los incas, el Cusco, es ahora una ciudad emergente, roza ya los 500.000 habitantes, es, de hecho, la ciudad más cosmopolita del Perú, por el millón y medio de turistas que anualmente llegan, convocados por la magia de Machu Picchu.
¿Campeón mundial?
La realidad de la economía cusqueña ha sido absolutamente espectacular. Un estudio del IPE (Instituto Peruano de Economía) nos pone en contexto: Si el Cusco fuera un país, entre los años 2008 y 2013 hubiéramos sido campeones mundiales de crecimiento. En ese lustro, el PBI de Cusco creció en poco más de 60%, dejando a China en segundo lugar, con cinco puntos menos.
La tendencia de crecimiento entre el 2001 y 2013 continúa vigorosa: Cusco ocupa el segundo lugar en crecimiento del PBI, después de China, con un promedio del 17% anual.
La pobreza monetaria del Cusco también se redujo dramáticamente en solo 12 años: De 63,9% en el 2004 a solo 20,4% en el 2016.
¿Cómo explicamos el milagro?
Los recursos del canon del gas de Camisea subieron exponencialmente de S/4 millones al año (2001) ¡a S/4 millones diarios (2014)!
El canon minero de las explotaciones mineras de provincias altas (Canas, Espinar Chumbivilcas) produjeron también una gran inyección económica en las arcas del fisco regional.
El turismo creció lo suyo, aportando a la generación de empleo (1 de cada 4 empleos urbanos viene del turismo).
Hubo también mucho de dinero negro: la minería informal de Madre de Dios ingresó al Cusco, donde se lava en forma de construcciones informales, impulsadas por un activo tráfico de terrenos desde las autoridades distritales. Y, acaso podríamos afirmar también que el tráfico de droga del VRAEM aportó a las cifras de crecimiento.
Las espectaculares cifras de consumo de una clase media que abarrota el único centro comercial moderno de la ciudad, donde los jóvenes cuyos padres y abuelos andaban descalzos hacen poco más de una década, calzan orgullosamente Adidas.
El crecimiento explosivo del parque automotor nos dice que el cusqueño que hace muy poco era pobre, hoy puede pagarse un vehículo. Esto es cierto también en las zonas rurales, donde las actividades del agro se combinan con empleos urbanos. La zona de influencia económica de todas las ciudades (‘hinterland’) ha crecido.
Es cierto que el ‘recurseo’, motor fundamental de la economía informal, sigue siendo muy activo, también es cierto que el empleo adecuado ha crecido en las áreas urbanas.
Contra lo que afirman los sectores politizados de la opinión pública, el crecimiento ha favorecido más al decil más pobre (según el coeficiente GINI).
¿Y los indicadores sociales?
Vemos que la ecuación de crecimiento versus desarrollo no funciona. Esto fundamentalmente porque la inversión social que depende de los gobiernos locales y regional no ha sido gestionada. Las causas: corrupción e incapacidad.
• Los indicadores de educación (comprensión lectora y matemática) están por detrás del promedio nacional.
• En cuanto a nuestra competitividad, estamos a menos de media tabla, en el puesto 11.
• Ejecución presupuestal deficiente.
• Alta tasa de anemia.
• Una esperanza de vida por debajo del promedio nacional.
• Solo el 21% de los caminos está en adecuado nivel de conservación.
Naturalmente que los cusqueños no podemos estar contentos con este esquema de crecimiento económico, porque hemos aprendido ‘a la mala’ que crecimiento no equivale a prosperidad.
Las paradojas cusqueñas
Es verdad que posiblemente nuestras afirmaciones puedan ser ciertas para muchos lugares del país, pero para nosotros, constituyen dolorosos retos por vencer.
• Crecimiento versus ciudadanía.- Todos aspiramos a una sociedad más igualitaria. Sin embargo, la nueva clase media cusqueña carece de los rudimentos de ciudadanía (respeto al derecho ajeno) y civismo.
• Crecimiento versus corrupción.- Lamentablemente, el camino casi natural de las autoridades que manejan canon es la cárcel. Gobernadores regionales y decenas de alcaldes distritales están o procesados o presos. La provincia de La Convención es más pobre que cuando no tenía gas. El canon gastado a manos llenas por las municipalidades, ha despoblado el agro, ha atentado contra las actividades productivas.
• Potencial económico versus inversión. Somos muy ricos en minería, petróleo, gas natural, energía hídrica, turismo, agricultura. Las inversiones grandes y medianas, sin embargo, no pueden realizarse por la alta conflictividad y la poca inteligencia social de los inversionistas. Tenemos obras judicializadas, detenidas por décadas (hotel de turistas Cusco).
Pensemos, cusqueños y peruanos, que no solo debemos estar orgullosos de nuestro pasado y nuestras potencialidades, sino debemos hacernos cargo de nuestro propio destino.