Alan García viene usando en tweeter algunas buenas cifras de su gobierno como armas arrojadizas contra el actual. Una reciente es que en los primeros tres años de su gestión la pobreza bajó 12%, mientras que con Ollanta Humala solo 3.9%. Es una notable diferencia, pero se necesita más que un tweet para entenderla.
La explicación sumaria de García, en otro tweet, es “inseguridad, abusos y escándalos”. Con más espacio, se hubiera podido decir que en 2006, 2007 y 2008 la economía creció sucesivamente 7.7%, 8.9% y 9.8%, mientras que en 2011, 2012 y 2013 ella creció sucesivamente 5.6%, 5% y 5.2%. ¿Cuánto de esto es responsabilidad de este gobierno?
Por lo pronto, el precio consolidado de los minerales no cayó. Los promedios del cobre, un indicio clave, son parejos para los primeros trienios de cada gobierno. Pero, y quizás a esto apunta García, el entusiasmo del negocio minero ha disminuido post-Conga, importantes proyectos han huido y además los costos de producción han subido.
Estudios como el de Juan Manuel García y Nikita Céspedes para el BCR invitan a pensar en un solo continuo 2001-2010, en que el crecimiento económico siempre es pro-pobre. En la medida que los principios económicos han sido esencialmente los mismos a partir de allí, el principal culpable de ese 3.9% es la desaceleración económica, esto sí cortesía del MEF.
Pero no está demostrado, ni parece de sentido común, que la relación más crecimiento/menos pobreza sea rígida.[No es rígida, es dinámica. A mayor ritmo de crecimiento, se acelera la reducción de la pobreza. Ver: Crecer para reducir la pobreza]. Se puede imaginar tipos de pobreza más sensibles a desaparecer con las primeras oleadas de bonanza y otros tipos más resistentes. Por lo pronto sabemos que hay negocios que emplean más gente, reparten más ingresos y atacan mejor la pobreza que otros.
En el fondo, Humala está haciendo más o menos lo mismo que los dos gobiernos anteriores[excepto en cuanto a la disminución de la confianza en el futuro], pero con peores resultados. Una explicación es que la economía se ha vuelto un lugar menos acogedor. Antes estábamos formidablemente bien; ahora estamos bien, pero sobre todo (algunos dirían únicamente) mejor que otros países.
El retorno de ocho regiones a anteriores niveles de pobreza pone en evidencia que la relación crecimiento-pobreza es esencialmente inestable, por no decir volátil. Ni García ni Humala lograron una forma de salida de la pobreza inmune a los vaivenes económicos. Por ejemplo, la que da acceder a propiedades en lugar de solo un mejor ingreso.[La inmunidad absoluta es imposible, pero nunca hemos estado en mejores condiciones para afrontar cualquier shock externo]
La guerrilla de tweets en que está embarcado García (sobre todo con cifras e inauguraciones) es ilustrativa en muchos casos. Pero da la impresión de que por sus telegráficos límites solo es una prédica eficaz entre los ya convencidos. Como el caso que comentamos aquí, y que merecería incluso bastante más espacio que el de una columna.