Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia
Por una trampa del destino, una buena mayoría de nuestros pobres habrían votado por Pedro Castillo, sin reparar que más allá de los sentimientos políticos, estarían optando por un gobierno que los haría más pobres.
La trampa del destino
Con esta figura me refiero a la conjunción de factores que han llevado a buena parte de los peruanos a votar por Perú Libre.
Por un lado, tenemos factores estructurales por los cuales muchos ciudadanos se perciben como segregados y disminuidos. Ya sea por que nunca lograron salir de la pobreza; o por el centralismo limeño, que a pesar de la descentralización, pervive en el imaginario provinciano; o por las narrativas de las izquierdas anti modernas, que durante décadas han macerado resentimientos sociales y políticos.
Por otro lado, tenemos los trances del 2020 y 2021, por los que padecemos múltiples crisis, sanitaria, económica, social y política. Todas propiciadas por el desastroso gobierno de Vizcarra con sus socios de la izquierda, como Zamora del Frente Amplio.
Por el mal manejo de la pandemia, nos hemos consagrado como el país con más fallecidos por millón de habitantes en el mundo y con una de las mayores caídas de la economía.
En medio del proceso electoral, subsiste el desempleo, la caída de los ingresos y la pérdida de confianza en el futuro. Así, en una situación de desesperanza, muchos peruanos han optado por un voto de protesta, de cambio en cualquier dirección y con cualquier oferta. Todo, por supuesto, hábilmente aprovechado, por Castillo y sus socios.
Eligiendo más pobreza
Antes de la pandemia y todas sus consecuencias, todavía teníamos 20% de pobres. Habíamos logrado reducir la pobreza des un 60% de la población, lamentablemente la última década a un menor ritmo por un ambiente anti inversión que se creó con el gobierno de Humala y que PPK no atinó a enmendar.
Hoy día tenemos 30% de pobres y según Víctor Albuquerque, director de análisis sectorial de Apoyo Consultoría, con un gobierno de Castillo, que auyentaría las inversiones, para el 2016 podríamos tener 1.7 millones más de pobres.
“Las medidas más dañinas de Perú Libre son aquellas que ahuyentan la inversión privada, como las propuestas de expropiar empresas, revisar arbitrariamente los contratos entre el Estado y las empresas que gestionan las inversiones en infraestructura de uso público y las amenazas para restringir importaciones. Esto último sería particularmente grave para los millones de trabajadores que laboran en el sector comercio”, precisó, quien, además, remarca que el hecho de ahuyentar la inversión privada terminará afectando a los más pobres.
“Paradójicamente, un gobierno que busca darles un mejor futuro a los más pobres podría generar resultados nefastos para los segmentos socioeconómicos de menores ingresos”, advierte el economista.
Para salir de la pobreza creada durante la pandemia, y para recuperar un buen ritmo de reducción de la pobreza total, necesitamos desatar un boom de inversión. Algo que está perfectamente al alcance del Perú. Máxime ahora, con el precio del cobre y los proyectos que podemos activar.
Pero lamentablemente, con Castillo, en el mejor de los casos, la inversión minera sería muy marginal, la inversión que tiene mayor capacidasd de hacer la diferencia. Castillo ya condenó los proyectos de Conga y Tía María, a que les pongamos una cruz que diga, aquí murió Conga y aquí murió Tía María.
El escenario ecvonómico con Castillo comparado con el de Keiko Fujimori, es uno de restricciones, escasez y empobrecimiento, todo lo contrario de lo que necesitan nuestras familias más necesitadas.
Paradojas de un eventual perverso destino. Lampadia