Por donde se le mire, lo que acaba de suceder en el Congreso es un revés para el oficialismo. Una mayoría cómoda a la que el Ejecutivo no prestó mucha atención en dos años y medio terminó desflecada. Con ello el gobierno queda limitado en su capacidad de legislar, y formalmente expuesto a cualquier aventura parlamentaria de cuño golpista.
Con esto el partido de gobierno termina de descubrir que la contigüidad de Perú Posible, reducido con el paso del tiempo a la mitad de sus 20 votos, no le sirve de nada. Asimismo los operadores del nacionalismo en el Congreso han demostrado casi ninguna muñeca, en una elección que pudieron haber rescatado de la boca del horno.
Por su parte, la oposición del hemiciclo se ha encontrado finalmente con la posibilidad de lograr acuerdos capaces de derrotar al oficialismo. Sin duda, esto tiene límites, puesto que existe un núcleo duro opositor (Apra-fujimorismo, con sus 40 votos reunidos) y una periferia intermedia, que maneja una agenda política propia.
El balance de todo esto es que el humalismo va a tener que empezar a hacer política más en serio en el Congreso, si no quiere ser víctima de cargamontones cada vez más decididos. Que se sepa no hay partido político interesado en interrumpir el mandato de Ollanta Humala, pero sí en hacerle la vida imposible en la recta del 2016.
Una mayoría opositora convocable para una variedad de asuntos ya es desde este momento una espada de Damocles para el humalismo. El mango de semejante arma no estará realmente en manos de los opositores más enconados, que por su trayectoria, sus ideas o su tamaño siempre serán temibles competidores de sus ocasionales socios.
El mango va a estar en manos de esos socios: las agrupaciones medianas con capacidad de moverse de un lado a otro de la trinchera. Lo cual debería animar a Humala a repensar su política de alianzas, es decir a empezar a pensar en una política de alianzas, que realmente no tiene. Ni siquiera con Perú posible, como ha dicho Alejandro Toledo.
En cuanto al gabinete Cornejo, al cual mientras se escribe esto damos por aprobado, aunque hay discusión sobre el tema, está en una situación incómoda. Mientras dure (que ahora puede ser mucho tiempo, por obvias razones) padecerá algo de forzado en su ratificación inevitable por parte de Humala. Pronto comenzará el reclamo de más independencia.
Algo de eso hay en el gabinete nacional y consensuado que propone Alan García. Pero observando el estilo de Palacio, esto sería visto como perder terreno en el Ejecutivo luego de haberlo perdido en el Legislativo. ¿Es capaz Humala de reconstruir una mayoría parlamentaria para los tiempos que vienen? ¿Le interesa?
Publicado en La República, 16 de marzo de 2014.