La última vez que hubo conflicto musulmán-occidental por caricaturas de Mahoma fue en el 2006, cuando algunas aparecidas en el diario danés Jyllands-Posten causaron protestas religiosas en todo el mundo. Aquella vez la sangre no llegó al río, como sí acaba de suceder en el atentado con 12 muertos en las oficinas de Charlie-Hebdó, el irreverente semanario parisino.
¿Por qué las caricaturas de Mahoma vuelven locos a los musulmanes fundamentalistas o más quisquillosos? La explicación más directa que circula es que el Corán prohíbe reproducir la imagen de los profetas de diversas religiones, Mahoma incluido. Desde esta perspectiva la caricaturización añade insulto al agravio. Pero solo en el caso de Mahoma, claro.
La masacre de París entra en la lógica sanguinaria del ISIS: atentados de bajo calibre con enorme impacto mediático. Infames remakes de la táctica del anarquismo terrorista de los pasados dos siglos, ahora con armas automáticas. Pero debajo del celo religioso estos asesinatos son vehículos para expresar también furias laicas contra las libertades que son la fuerza de occidente.
En efecto para occidente este atentado es un tema de la libertad de expresión y de la vigencia de sus instituciones. En ese contexto quienes se sienten ofendidos por una caricatura pueden acudir a los tribunales, y ganar. Algo que ya le había sucedido a Charlie-Hebdó. Incluso Hara-Kiri, su antecesor, fue permanentemente clausurado por la justicia en 1970.
El atentado ocurre cuando en Francia está en alza la islamofobia. Los musulmanes agradecen la acogida europea, pero resisten la asimilación, lo cual los lleva a choques con el Estado y algunas comunidades. La extrema derecha en alza parte de allí para denostar de los inmigrantes en general. Con el avance de la recesión económica el asunto se ha vuelto explosivo.
En consecuencia no le ha costado nada a Marine Le Pen, presidenta del ultraderechista Frente Nacional, sumarse a la generalizada repulsa del atentado contra la revista ultraizquierdista, al cual considera obra de profesionales, incluso soldados. Evidentemente lo recién sucedido le va a ganar nuevos seguidores al FN.
Mientras tanto en Twitter, sin duda también uno de los espacios de la irreverencia, la respuesta se ha dado a toda velocidad en #JeSuisCharlie. Un internauta malayo recoge bien el espíritu del momento: “Aterrorizar a la gente para que no haga bromas. Matar gente por hacer bromas. Más importante que nunca seguir bromeando”.
A estas alturas el mundo parece curado de espanto frente al terrorismo, pero la indignación frente a la infamia siempre es fresca. Hoy las víctimas ya no están todas en occidente, puesto que la jihad islámica de ISIS viene arrasando con grupos religiosos enteros, de toda denominación (musulmanes incluso), en los territorios que domina.