La noticia de que ya somos los cuartos exportadores de paltas en el mundo merece más titulares de los que ha recibido. No solo porque se trata ya de un enorme éxito económico, sino porque las proyecciones son espectaculares. Las más de 180,000 toneladas que venderemos fuera en el 2014 van camino de convertirse en casi un millón redondo de toneladas para el 2020.
El camino para llegar a las cifras de hoy ha sido relativamente corto. En el 2000 exportábamos 2,200 toneladas y enfrentábamos paltas de antiguo prestigio histórico en el mundo, como el aguacate mexicano, base del guacamole original. La lucha por superar bloqueos de competidores externos de todo tipo es una historia en sí misma, como lo es la del triunfo sobre las trabas internas a la exportación.
Para llegar a ese millón de toneladas proyectado los exportadores tienen que ganar acceso a nuevos mercados. Hoy 41% de las paltas van a los EEUU, 32% a los países bajos, y 16% a España. El futuro de la expansión paltera está en países como China, Corea, Japón, Rusia o los árabes, y el instrumento para lograrlo se llama protocolos fitosanitarios.
Pero una constante guerrilla entre diversas oficinas del gobierno lentifica innecesariamente los trámites para instalar las paltas en nuevos mercados. En una frase, el problema es que el Servicio Nacional de Sanidad Agraria, Senasa, no tiene fuerza de decisión y capacidades suficientes frente a los ministerios de Agricultura, Comercio y Turismo, y la Cancillería.
La idea es que si bien Senasa es la encargada de llevar adelante las gestiones técnicas fitosanitarias entre agencias oficiales del Estado, en lo interno sus iniciativas se traban o demoran en los ministerios. Es decir, la legislación no le da a Senasa suficiente autonomía para operar, dentro y fuera del país.
El ejemplo más mencionado en los corrillos exportadores palteros es que Chile logró la apertura del mercado chino para sus rugosas paltas Hass en un trámite que tomó dos años. En cambio el Perú ya lleva seis en su intento de entrar a China con sus paltas, y todavía no lo logra. Los exportadores están comprensiblemente palteados.
Como el problema no es exclusivamente de las paltas, sino de todo el sector agroexportador (US$ 1,525 millones en frutas y hortalizas frescas en el 2013), este viene reclamando una nueva ley, que incluya agregadurías agrícolas en puntos clave del mundo. Con eso se podría mejorar algo que de por sí ya viene marchando muy bien.
Mientras tanto la oferta exportable sigue creciendo. Se espera 40% más de paltas disponibles para el próximo año, y un 30% anual en los siguientes. No hay en los menús peruanos paltas suficientes para comernos todo eso en casa, aun si se cumple el buen propósito del gobierno hacernos pasar de dos a cinco kilos por persona anuales.