Mucha gente sostiene que los conflictos sociales en el interior del país se deben a la ausencia del Estado. Ese es el caso –dicen ellos– de Cajamarca, el VRAEM, La Convención, etc.Yo no comparto tal apreciación. Lo he comprobado personalmente, el Estado sí está presente en todo el país. Más bien, lo que he podido observar es que el Estado está coludido con todas las formas de delincuencia: narcotráfico, contrabando, minería ilegal, entre otros. La política también genera violencia, sobre todo cuando está de por medio una empresa grande, a la cual se le puede extorsionar. Estoy convencido de que la madre del cordero de la conflictividad social no es el medio ambiente, el agua o los derechos ancestrales de las comunidades, sino los conflictos de intereses entre la delincuencia y las empresas. El problema se agrava porque el Estado –policías, jueces, alcaldes, etcétera– está coludido con la delincuencia. ¡Ese es el problema!