Por: Elmer Cuba, Economista
El Comercio, 26 de julio de 2018
Las medidas económicas en el plan de gobierno de Peruanos por el Kambio (PpK) eran cuatro: aumento del sueldo mínimo en S/100, un régimen especial para las empresas pequeñas que se formalicen, reducción gradual del IGV en un punto porcentual por año (de 18% a 15%) y la creación de un seguro de desempleo a cargo del empleador.
Antes de irse, Ollanta Humala hizo suyo el primer punto (mayo del 2016). Por su parte, Pedro Pablo Kuczynski –el mismo día de su renuncia a la presidencia– volvió a subir el mínimo, esta vez en S/80 (abril del 2018). En ese período la productividad laboral no subió en 24%, a diferencia del salario mínimo.
Durante su gobierno, se creó un nuevo régimen tributario para las mypes, las que pagan menos Impuesto a la Renta (solo 10% en lugar de 29,5%) si las ventas están por debajo de 1.700 UIT anuales (S/7’055.000 en el 2018). Los resultados hasta ahora han sido negativos para la recaudación y no existe evidencia de una mejora sustantiva en la formalización tributaria.
En el caso del IGV, el Decreto Legislativo 1347 anunciaba el inicio del cumplimiento de la promesa presidencial para formalizar la economía nacional. Se bajaría en un punto el IGV si la recaudación de los últimos 12 meses llegaba a 7,2% del PBI a mayo del 2017. La probabilidad de que ello ocurriera era cercana a 0%.
En cuanto al seguro de desempleo, la propia comisión de protección social creada por el MEF recomendó –en octubre del 2017– postergar su implementación hasta que no se haya recuperado al contrato por tiempo indefinido como el principal tipo de contrato laboral.
–La era Vizcarra–
En el plano económico, el gobierno de Martín Vizcarra ha buscado recortar algunos gastos corrientes considerados superfluos y ha aumentado impuestos selectivos al consumo. Sobre esto último, se ha retrocedido en el correcto aumento del diésel. Y en un par de otros mercados se habrían calibrado mal los nuevos precios relativos finales. Por ello, los resultados no serían los deseados por la norma. Estarían mediatizados por su imperfecto diseño.
Otras políticas sectoriales han ocurrido en función de pequeños pero organizados grupos de presión. Todo ello precipitó la salida de un ministro de Economía con apenas dos meses de funciones y ha debilitado la imagen del Gobierno. Ahora, el Ejecutivo tiene un segundo debut en parte gracias a su postura sobre la corrupción en el sistema judicial.
Afortunadamente, el contexto económico externo –hasta ahora– es favorable. El nuevo impulso viene desde principios del 2016. Lamentablemente, por diversos factores la economía no agarró una nueva velocidad crucero sino hasta el 2018.
El ajuste fiscal innecesario casi al iniciar el gobierno de PpK (octubre del 2016), el fenómeno de El Niño costero, el estallido del Caso Lava Jato en el Perú y la creciente crisis política que culminó con la renuncia del presidente terminaron por casi ahogar el choque externo positivo. Finalmente, una vez desvanecidos los efectos de estos factores negativos primó el factor externo y la economía peruana –como no podía ser de otra manera– volvió a acelerarse. Esta vez asistida también por una mayor inversión pública y un continuo buen desempeño del sector agroexportador. Por su parte, la política monetaria adoptó una postura expansiva y en esa medida también ayudó a la recuperación del gasto privado.
Terminado el primer semestre del año, la economía ya ha entrado en la fase expansiva del ciclo económico, que nos llevará a tasas de alrededor del 4% en los próximos trimestres.
Pero si queremos sostener estas tasas o acelerarlas en el mediano plazo se necesitan más y mejores políticas económicas. La política macroeconómica –mal que bien– ya hizo su trabajo y deberá pasar en los próximos trimestres a posturas fiscales y monetarias más neutrales o menos expansivas, respectivamente.
Es decir, más allá del ciclo económico, solo mejorando la productividad de la economía se podrá ir más rápido que el 4% en el mediano plazo. En este sentido, un consejo nacional de productividad bien diseñado puede institucionalizar este importante objetivo y alinear las políticas públicas, dentro de ellas las de capital humano e infraestructura productiva.
Por otro lado, se debe continuar con la consolidación fiscal, que pasa por el control de la evasión y la racionalización de las exoneraciones tributarias.
Entregar el mando con un país creciendo a más de 5% y con solvencia fiscal, la pobreza por debajo del 15% y salarios reales al alza está dentro de lo posible. Esperamos anuncios en el mensaje de Fiestas Patrias de este sábado.