Alfonso Baella Herrera
Posición.pe
25 de mayo de 2016
A 96 horas del último debate presidencial, que se llevará a cabo en Lima, que cierra este proceso electoral 2016, quedan dos propuestas que parecían similares pero que la segunda vuelta ha terminado por destilar y diferenciar.
Pedro Pablo Kuczynski tiene una visión del Estado de sesgo corporativo y financiero, sazonado por programas sociales como el agua y la vivienda pero con un combo político y congresal difícil de predecir en su unidad y alineamiento. PPK invoca el liderazgo de un hombre con experiencia que no tiene un pasado vinculado a la corrupción pero sobre quien existen dudas si tendrá la energía y el carácter para conducir este complejo Estado en medio de sectores sociales que esperan ansiosos ser parte del “modelo de desarrollo” que no entienden y del que no se sienten partícipes.
Keiko Fujimori, con una perspectiva capitalista popular, tiene un sesgo más bien pegado a las clases emergentes y a los segmentos sociales y económicos menos favorecidos. Propone un Estado más cercano, más presente y más del lado del ciudadano de a pie. Los vínculos con el gobierno de su padre -en la parte oscura y corrupta- la persiguen y ponen en duda su propuesta. Mientras sus 40 años contrastan y la acercan a una generación que no sólo mira por el retrovisor; esa misma lozanía pone sobre el tablero una inexperiencia en el manejo de la cosa pública que preocupa..
En este escenario la denominada izquierda viene azuzando a todo pulmón las diferencias a la espera de recoger los trastos políticos de esta confrontación. Nadie duda que todo el odio de esta segunda vuelta viene de ellos, de sus medios y de sus operadores políticos y mediáticos; o de quienes han sido usados para ese fin. De la misma manera nadie duda que si gana Pedro Pablo se acomodarán como siempre lo han hecho para seguir sobreviviendo del Estado. Si es Keiko, tampoco hay dudas que se tragarán el sapo más rápido de lo que muchos se imaginan y sabrán justificar su acercamiento y luego su obsecuencia. Veremos entonces reconocimientos, descubrimientos y clarividentes columnas y opiniones señalando, ahora sí, la diferencia entre el pasado y el presente y lo injusto que era y es pensar que la hija iba a ser como el padre. Ya lo veremos.
Así entramos a la penúltima semana de esta campaña que comenzó mucho antes que el Presidente la convoque y que los tuvo y los tiene, precisamente, a él y su esposa, jugando tras bambalinas, con todo el poder que todavía tienen para que gane la opción que les permita impunidad.
Veremos qué nos depara este segundo round donde cualquiera puede ganar terminando por inclinar la balanza de los electores el próximo 5 de junio. Sigamos atentos al desenlace final.
Lampadia