Llegar al aeropuerto a las 7:00 a.m. para tomar un vuelo a las 10:00 a.m. implica, de por sí, tener que soplarse una gran congestión. Las avenidas La Marina y Faucett son bravazas a esas horas del día. Felizmente, ese día estaba lloviendo, así que no había policías coimeando a la entrada, pero igual la cola de carros para dejar a los pasajeros era lentísima. Peor aún, la cola para los rayos X llegaba hasta la escalera mecánica y, para colmo, había dos: una para vuelos nacionales y otra para internacionales. Sin embargo, lo peor estaba por venir. La cola de Migraciones era de terror y –he ahí el detalle– eran las 9 a.m., hora del cambio de turno. El hecho es que, a las 9 en punto, el oficial de Migraciones que estaba atendiendo mi cola saltó como un resorte y abandonó su puesto de trabajo sin que nadie lo reemplazara, y lo mismo sucedió con varias otras colas. El hecho es que muchos perdieron sus vuelos. Pregunto: ¿Así atiende a los viajeros el mejor aeropuerto de Sudamérica? ¡No me vengan!
Publicado por Perú21, 21 de agosto del 2013