Perú 21, 01 de julio de 2016
Todavía no hay sino una adivinanza del presidente electo, pero luego de un periodo de especulaciones ya comenzaron las críticas a Fernando Zavala, quien se espera sea el presidente del Consejo de Ministros: “Es empresario”, “no es político”, “le falta experiencia”, “¿por qué estaría sacrificando los ingresos que tiene en el sector privado?”.
Mi primer contacto con Fernando Zavala fue hace 20 años, cuando él ya era gerente general de Indecopi, el organismo de protección al consumidor y de la libre competencia. Así que si de experiencia pública se trata, empecemos por allí.
Años después, nos encontramos nuevamente; esta vez en el Ministerio de Economía y Finanzas, trabajando con Pedro Pablo Kuczynski.
Mientras yo convertía todo en causa de enfrentamiento, cosechando enemigos y consiguiendo poco, Fernando sabía explicar y, más importante aun, escuchar con interés genuino. Contestaba las llamadas de congresistas, asesores y funcionarios, sin importar la bancada ni rango.
Por supuesto que también recibía al sector privado, fueran empresarios o representantes de comunidades o sindicatos. A diferencia de muchos, sabe que un funcionario estatal es un servidor público, y que una posición de poder sirve para ‘hacer la diferencia’ y mejorar la situación de millones.
A algunos les sorprende que esté dispuesto a sacrificar sus ingresos en el sector privado para ir al Estado. Bueno, ese debería ser el estándar del sector público: funcionarios capaces de mirar de igual a igual al dueño o gerente de cualquier empresa, incluso de grandes corporaciones.
En resumen, sea tecnocráta, joven, ejecutivo, independiente y (aunque me odie por decirlo) “gordito”, Fernando Zavala, parafraseando al poeta Antonio Machado, más que un hombre al uso que sabe su doctrina, es, en el buen sentido de la palabra, bueno.