Una tras otra, se acumulan noticias terribles sobre distintos sucesos políticos a lo largo y ancho de la tierra, sin que nadie, ninguna institución, ningún líder (con una amplia ascendencia moral pueda hacer o decir algo) que contribuya a aliviar el sufrimiento de millones de ciudadanos del mundo y los haga sentir amparados. Una voz con capacidad de acción y que evite a tiempo sucesos como los de Ruanda.
Todos los días, los ciudadanos del “mundo moderno” presenciamos el horror y hasta ahora solo podemos manifestar nuestra frustración.
No son aceptables los acontecimientos anti-humanos en Siria, en Corea del Norte, en Sudán del Sur, en Ucrania, en Nigeria, en Venezuela, en Cuba, en Irán, en Arabia Saudita y en Rusia. Seguro me olvido de otros casos.
Esta serie de crímenes contra la humanidad, de todos los colores y naturaleza, no pueden continuar si queremos vivir en el mundo que hemos creemos haber alcanzado. Uno con paz, respeto por las mujeres, las minorías, los derechos, las reglas establecidas, las convenciones humanas… Por más increíble que parezca, ya hay algunos líderes europeos que nos están hablando de la posibilidad de una Tercera Guerra Mundial (Helmut Schmidt, Merkel, Hollande, etc.)
La globalización ha desarrollado sus brazos en lo económico y lo social. Hemos producido una nueva clase media global de unos 2,500 millones de personas a lo largo del planeta, hemos reducido la pobreza mundial en mil millones durante los últimos 20 años. Según cálculos certeros, no pasará mucho tiempo más, antes de que se liberen de esta condición los mil millones de pobres que aún quedan. De la misma manera hemos disminuido la desigualdad global, la mortalidad y la desnutrición infantil. Hemos empoderado a los individuos mediante las tecnologías de las comunicaciones e internet. Hemos logrado que los ciudadanos del país más pequeño del mundo puedan ser ciudadanos globales con conexiones de trabajo, familiares y sociales sin limitaciones.
Pero, como es evidente, a nivel político no hemos podido hacer prácticamente nada que acompañe los logros económicos y sociales arriba descritos, los cuáles se han conseguido luego de la caída del muro de Berlín, el fin de la guerra fría y el desmoronamiento del imperio soviético.
Las instituciones globales que tenemos fueron creadas para otros tiempos, otro mundo, el de la post Segunda Guerra Mundial. Las Naciones Unidas, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, la Organización Mundial del Comercio, y otras, están desfasadas. Les falta capacidad para ejercer autoridad, hacer cumplir los acuerdos internacionales, enmendar entuertos y sobre todo, no tienen la fuerza suficiente para detener los crímenes que se repiten todos los días.
Este desfase entre lo económico-social e institucional a nivel global puede, tarde o temprano, terminar destruyendo los avances de la humanidad. Es como en el Perú, el divorcio de la política y la economía hace insostenible y precario todo lo avanzado.
Necesitamos una nueva “Institucionalidad Global”. Vayamos pensando en ello, es urgente. Assad, Kim Jong-un, los Boko Haram de Nigeria, y otros, no pueden seguir haciendo lo que les da la gana.