Antonio Brack Egg deja un inmenso vacío en múltiples aspectos. Por un lado era un científico y estudioso de la naturaleza peruana. También era un gran maestro. Pero, en mi opinión, era, sobre todo, uno de los mejores comunicadores que hemos tenido en lo que se llama clase dirigente.
Antonio comunicaba su sabiduría con un inmenso sentido de responsabilidad, por amor a su país y a todos los peruanos. Siempre aceptaba las invitaciones para participar en incontables eventos, con gran disposición de ánimo.
Como especialista en los temas ambientales, era único, pues sabía hacer los balances adecuados entre las necesidades de desarrollo productivo y el cuidado del ambiente. Era un propulsor de la puesta en valor de nuestros bosques y de la reforestación. Al mismo tiempo, tuvo el valor de defender proyectos mineros como el de Tambogrande que, lamentablemente, terminó en un desastre ecológico después que la falaz y perniciosa campaña del “Cebiche y el limón vs. el oro”, impidiera el desarrollo del proyecto. “Tambogrande es para mí la expresión de una enorme hipocresía ambiental”, dijo Antonio en una entrevista en Lampadia: Cebiche con cianuro y mercurio – El enemigo no es el formal.
Sobre el tema forestal decía: “¿Por qué no hay inversiones fuertes en el manejo forestal en el Perú? Porque el estado no garantiza los derechos de los inversionistas y eso empezó antes del 2006, cuando un grupo de personas, cerca de Atalaya, invadió un campamento forestal con una inversión española calculada en 36 millones de dólares, quemó el campamento, se robó todo lo que podía llevarse, y gente política del gobierno de aquel entonces los apoyó. Eso paralizó enormemente.
“Tenemos que ser conscientes: El sector forestal en el Perú puede ser un sector económicamente poderoso, fuerte, pujante, pero tenemos que dar el marco y el control para que eso se verifique, y dar confianza al inversionista”. Sentenció Antonio en otra entrevista en Lampadia. Ver: Antonio Brack explica importancia de concesiones en bosques – Estado no garantiza derechos de inversionistas forestales.
Antonio fue expositor en varios seminarios de Wiñaypaq, en los que los invitados eran periodistas y líderes sociales de las regiones. En estos seminarios pudimos ver en él, no solo sus conocimientos y proverbial generosidad, sino también su fuerza de carácter para sublevarse a las mentiras y mitos que hacen tanto daño a nuestro país.
Yo me enteré de sus problemas de salud cuando a principios de mayo del 2014 le pedí que escribiera para Lampadia sobre: Agua: Abundancia con escasez. Desde entonces hemos tratado de seguir la evolución de su salud lo más cerca posible. Hasta que hace pocos días, fuera de Lima, me doy con la terrible noticia de su partida definitiva. Pocas veces he recibido un impacto tan grande con la partida de un hombre, que sin ser mi amigo personal, desarrollamos un gran respeto y admiración mutua, pues coincidimos en muchas ideas y buenas vibras.
Adiós Antonio, gracias por tu entrega y amor a los peruanos.