La salida del Ministro Castilla no puede ser tomada a la ligera. Él junto con la presencia de Julio Velarde en el BCR, fueron los soportes en los que el Presidente Humala asentó un gobierno que, más allá de haber firmado una Hoja de Ruta con el apoyo de Vargas Llosa y Toledo, tenía que dar un sustento realista a su nuevo compromiso político.
Efectivamente, ambos, Castilla y Velarde estuvieron a la altura de lo que la sociedad esperaba de ellos en términos de aguantar los impulsos ideológicos del primer gabinete del gobierno nacionalista y de los múltiples funcionarios públicos con los que se llenaron los cuadros del ejecutivo.
La incompatibilidad de Castilla con el gobierno quedó probada algunos meses después, cuando el líder del equipo de la llamada Gran Transformación, Salomón (Siomi) Lerner, tuvo que dejar el gabinete apuradamente llevándose con él a buena parte de sus “recomendados”, después de oficializar el discurso anti-minero y paralizar la inversión del sector. El tema quedó más claro cuando Lerner empezó a pedir la renuncia de Castilla en tonos poco elegantes, e incluso dijo que él no lo había nombrado para que fuera parte de su gabinete.
Más allá del cambio del equipo en el ejecutivo, no quedaba muy clara la consistencia del enfoque del gobierno, que fue tropezando con distintos obstáculos que mantuvieron en ascuas a los analistas más alertas. Como ejemplo de estos mensajes confusos tenemos las poco transparentes visitas a Cuba del Presidente, su discurso velasquista en Paraguay, su apoyo a la elección de Maduro, la pobre conducción de Unasur, el intento de compra de Repsol y el apoyo a muchas normas pequeñas, promovidas en el Parlamento por su operador Delgado, que fueron agravando el ambiente regulatorio.
La única reforma importante que se impulsó el gobierno fue la del Servicio Civil, en todo lo demás se retrocedió, especialmente en educación, donde el Sutep recuperó su poderío y se mandó a las calendas griegas la meritocracia.
Dada esta situación, se podría decir que Castilla paró todo lo que pudo, no logró, sin embargo, recuperar la inversión minera ni viabilizar la ejecución de los grandes proyectos de infraestructura. Aún así se merece nuestra consideración y agradecimiento por el sacrificio personal que esto le supuso.
Una vez que se hizo patente el enfriamiento de nuestra economía, inicialmente presentado como originado por externalidades, apareció en el escenario el Ministro Ghezzi con la oferta de diversificar la economía y encontrar, desde el Estado, nuevos motores que lamentablemente, tardarán en dar frutos y no sustituirán la fuerza e impacto de la inversión minera. De alguna manera enfrentó a Castilla y pareciera, que el Presidente sentía que tenía un nuevo respaldo.
Castilla reaccionó un poco tarde con su paquete reactivador, no logró mover la aguja de la economía y más bien se profundizó una caída generalizada de nuestros indicadores.
Ahora, el gobierno ha apostado por el magnífico economista Alonso Segura, el asesor principal del MEF, una suerte de Castilla-2, que evidentemente tendrá las mismas dificultades que su antecesor para lograr lo único que puede hacernos recuperar el ritmo de crecimiento que esperan todos los ciudadanos, impulsar los grandes proyectos mineros y de infraestructuras. (Ver en Lampadia (L): La situación no está para tafetanes, se requieren acciones inmediatas).
Ayer hemos comentado el artículo del Premio Nobel de Economía Robert J. Shiller, Paralelismos con 1937, en el que explica las reacciones sociales ante las frustraciones que producen las discontinuidades en los procesos de bienestar o las sensaciones de ello. Peligro que debemos evitar y que en el mismísimo Brasil, casi descarrila el campeonato mundial de futbol.
Hoy día hemos publicado un artículo del ex ministro Carranza, que plantea la posibilidad de que el sur peruano crezca 10% en los próximos años si se desarrollan los proyectos mineros y de infraestructuras.
Sinceramente, esperamos que Segura tenga el mejor de los éxitos, pero no nos cabe la menor duda que el camino de la recuperación está en Palacio de Gobierno, que debe asumir el liderazgo necesario para reemprender el crecimiento económico a la brevedad. Ver en (L): Mientras Colombia crece, el Perú decrece y le echa la culpa al cobre, a China y a los malos vientos… y La visión de país y reformas que el Perú necesita.