El Congreso produce escándalos, pero no produce, hasta ahora, las reformas políticas que se requieren para revertir el deterioro creciente de la institucionalidad política del país, que a la larga se puede traer abajo el propio crecimiento.
En los últimos 20 años la economía nacional ha crecido aceleradamente, pero la institucionalidad política se ha fragmentado y feudalizado, y el Estado central ha perdido capacidad de gobierno. Ahora resulta, por ejemplo, que el déficit en infraestrucura educativa es de 56 mil millones de soles, equivalente a un 10% del PBI. Se necesita 40 mil colegios nuevos y un 40% de los alumnos van a escuelas que no tienen agua potable o los baños no funcionan. Para no hablar de las comisarías, juzgados, etc.
¿Cómo pudo ocurrir tal cosa en medio del mayor incremento de recursos fiscales de nuestra historia? La plata se pierde en la ineptitud del Ministerio de Educación y en gobiernos regionales y, sobre todo, locales que reciben el 70% del presupuesto de inversión pública y, salvo excepciones importantes, no lo gastan o lo gastan mal o sencillamente se apropian del dinero. El Gobierno Central perdió capacidad de planificación o priorización de la obra, mientras las municipalidades con ingentes recursos no recaudados por ellas mismas –sin una base de ciudadanos fiscalizadores sino con masas clientelizables– son botines políticos que fomentan la multiplicación de los movimientos regionales y locales sin conexión alguna con los partidos políticos nacionales, que apenas reinan dentro del recinto del Congreso.
El resultado no es solo que no se puede planificar políticas sectoriales, sino que las mafias de todo tipo encuentran terreno libre para avanzar y el gobierno carece de operadores para sacar adelante proyectos como Conga y otros, porque los señores feudales no pertenecen al partido de gobierno ni a partido alguno y solo responden ante sí mismos o a intereses ilegales. Los partidos nacionales ganan cada vez menos elecciones regionales o provinciales, y este año probablemente la tendencia siga agravándose porque competirán alrededor de 200 movimientos regionales cuando en el 2010 lo hicieron 165 –que ya fue un récord-, pese a la ley del 2009 que endureció los requisitos para formar movimientos regionales y locales elevando a 3% del padrón la cantidad de firmas válidas.
De nada sirvió, porque la entropía, la fuerza disgregadora, es cada vez mayor. El big bang iniciado el 1989 no cesa, salvo que en las elecciones de octubre Fuerza Popular, que ha trabajado en el interior, consiga revertir en algo esa tendencia. La política está cada vez más fragmentada. El Congreso no se conecta con sus circunscripciones porque los canales de representación están rotos desde que las autoridades locales y regionales no pertenecen a ningún partidos que está en el Congreso.
Es indispensable empezar a reconstituir un sistema de partidos con presencia real en el país y para eso debemos pasar a distritos electorales más pequeños, unipersonales si es posible, para reconstruir la relación entre los electores y sus representantes, escogerlos mejor y así reducir y estabilizar el número de partidos.
Publicado en El Comercio, 07 de marzo de 2014.