En medio de la emoción mundialista, varias buenas noticias han pasado inadvertidas. Además de la mejora significativa de la calificación de riesgo por parte de Moody’s, uno de los hechos más relevantes ha sido que el Gobierno peruano ha aceptado de manera formal la invitación para participar en el Programa País, de la Organización para la Cooperación Económica y Desarrollo (OCDE). Esta decisión debería ser el punto de partida de un proceso mucho más importante que podría concluir con el ingreso del Perú como miembro pleno de este club, que hoy reúne a los 34 países más desarrollados, o encaminados a serlo.
¿Qué beneficios trae ser parte de la OCDE? La organización genera un espacio de debate e intercambio de experiencias en políticas públicas entre sus miembros. Así, un país como el Perú podría beneficiarse de las mejores prácticas a nivel mundial en temas claves como educación, salud, institucionalidad, gestión pública, regulación laboral, ambiental, etcétera. Entre otras cosas, los países de la OCDE aplican la metodología de evaluación de impacto regulatorio, que exige que antes de aprobar una nueva regulación gubernamental se evalúe de manera detallada sus potenciales impactos en diversos frentes.
La OCDE también impulsa la transparencia en la información y la evaluación continua. Su base de datos es una de las más extensas, y regularmente se desarrollan estudios comparativos que permiten evaluar las principales tareas o los retos pendientes de cada miembro.
Adicionalmente, la organización brinda un sello de garantía que indica que sus miembros están comprometidos con políticas de desarrollo de largo plazo. Esto se puede aprovechar para que en un país sin partidos políticos organizados, como el Perú, los diferentes actores de la política logren acuerdos y coordinen acciones dirigidas a alcanzar objetivos de largo plazo.
¿Qué le falta al Perú para ser miembro de esta organización?
Mucho. A pesar de casi haber duplicado el crecimiento del resto de países de América Latina en los últimos diez años, nuestro PBI per cápita (ajustado por paridad de poder de compra) representa el 70% del PBI per cápita del país más pobre de la organización. Los miembros de la OCDE se encuentran entre los primeros cincuenta puestos en los rankings de calidad de infraestructura, salud, educación e instituciones elaborados por el World Economic Forum. En contraste, el Perú se ubica, en promedio, por debajo del puesto 100 (entre 150 países) en estos aspectos.
Se podría pensar que la valla es muy alta, pero hay países en la región que aceptaron el reto y la cruzaron. México y Chile son miembros, y Colombia está en proceso. Este proceso implica crear comités con participación de la OCDE que se encargan de comparar las políticas y prácticas del país postulante en diversos aspectos respecto del estándar. Luego sugieren cambios legislativos para cerrar la brecha y evalúan la disposición y capacidad del
país para implementar reformas. Los informes finales de los comités los evalúa el consejo directivo de la OCDE, que decide si acepta al país. El proceso formal puede tomar varios años, como fue con Chile, o como es con Rusia, que inició el proceso en el 2007 y aún no lo concluye.
Sería un golazo que este gobierno deje como legado la postulación formal del Perú a la OCDE y los esfuerzos debidamente organizados, tal como se hizo para lograr el TLC con Estados Unidos. Unámonos alrededor de este objetivo. La ‘clasificación’ a la OCDE puede ser menos emocionante que la del Mundial de Fútbol, pero no nos podemos resignar a ver
este proceso por la televisión. Este partido sí hay que jugarlo.