Por: Guillermo Cáceres Muñoz, Socio de Aurum Capital
Gestión, 4 de julio de 2018
La agroexportación es un negocio global, donde los clientes suelen ser las grandes cadenas de supermercados o empacadores que usan como intermediarios. Los proveedores son las grandes compañías de agroquímicos, que se han ido consolidando a raíz de los altos costos de investigación y desarrollo.
La competencia es global y muy exigente, es decir, una empresa en Perú no compite con sus vecinos del valle, sino con empresas en Sudáfrica, Egipto o Guatemala. El sector tiene elevadas barreras de entrada, pues se requieren economías de escala para enfrentar los volúmenes requeridos, costos competitivos con proveedores y manejarse en un mercado global, donde para conocer a los competidores hay que recorrer ferias y mercados internacionales.
El sector requiere tecnologías de punta en toda la cadena. Desde las siembras, donde la biotecnología hace falta para clonar plantas madres más productivas, pasando por el manejo agronómico, donde se exigen más fertilizantes y controladores de plagas y enfermedades que no dañen el medio ambiente, con sistemas de optimización de uso del agua, llegando a la cosecha y postcosecha donde se requieren más sistemas de preservación y atmósfera controlada para mantener la calidad de los productos durante varias semanas y que lleguen a los consumidores más lejanos.
Deberíamos sentirnos orgullosos como peruanos de tener un sector que se ha puesto en el mapa del mundo a base del esfuerzo privado, no sin la ayuda de un marco regulatorio favorable por el lado del Estado. La agroexportación puede ser vista como un programa social exitoso, que ha generado puestos de trabajo, sacando de la pobreza a muchas familias. ¡Mano de obra barata!, dirá algún lector. Debería ver la evolución del jornal en los agroexportadores para darse cuenta de cómo han mejorado las condiciones de los obreros de campo. Además, las certificaciones requeridas por los clientes internacionales no solo exigen reglas sociales claras a las empresas, sino que han llevado a que el obrero de campo reciba cualificación en temas de salud e higiene, nutrición, cuidado medioambiental que jamás hubieran recibido del Estado. No, no creo que haya ningún programa social del Estado, menos aún llevado adelante por privados, que lo iguale y que haya sido tan exitoso en su impacto.