Al comunicado de la Confiep no le encuentro el sesgo agresivo o agitador que algunos le atribuyen, aunque causó gran impacto en la opinión pública y varias reacciones contra su contenido. Aparentemente, les choca que la Confiep se preocupe por el país, esperarían que no mire más allá de su ombligo, y cuando opina sobre temas varios le gritan ¡foul!
No se pensaba que el comunicado tendría tanta repercusión, el gremio de gremios pesa más de lo imaginado. Por otra parte, es curioso que algunos se pregunten si el comunicado era realmente necesario, cuando eso depende del criterio del gremio, no de terceros.
Lo cierto es que el actual gobierno tiene bastante buen desempeño en temas económicos, felizmente lejos de las reformas velasquistas de su plan inicial que arruinarían y harían retroceder al país.
Gracias a la continuidad del modelo estamos creciendo a buen ritmo, con inversiones público privadas en infraestructura y grandes proyectos mineros ad portas, que necesitan destrabarse y agilizarse. El presidente Humala, el presidente del BCR y el ministro del MEF conducen y mantienen el rumbo del crecimiento y de la macroeconomía.
En los últimos meses, tras el caso López Meneses, el ruido político se acentuó alcanzando niveles de paroxismo. Tanto ruido y las sucesivas cortinas de humo afectan el clima económico y podrían inducir a postergar decisiones sobre nuevas inversiones hasta que las aguas se aquieten, lo que a veces parece remoto.
No es que los empresarios se metan en política cuando opinan sobre temas como los del comunicado, es la política que se mete con la economía y pone en riesgo la estabilidad, la predictibilidad, y entonces surge la sensación –ojalá equivocada- que estaríamos entrando en una zona de riesgo acentuado.
Señalar en el comunicado algunos temas y su efecto sobre la confianza de los inversionistas no tiene por qué volverse una profecía autocumplida. No por decir algo se vuelve realidad. El año pasado se anunció vacas flacas, pero las dichosas vacas no llegaron a aparecer. Por otro lado, hace décadas que los adversarios del modelo pro mercado dicen que se va a agotar por injusto y eso no ocurre, al contrario, el modelo está progresando, dando frutos e incluyendo a más peruanos que salen de la pobreza, mientras las regiones crecen más que Lima.
Nadie ha tratado de atarantar al Estado con el cuco de la desinversión, pero hay un límite para el ruido, los enfrentamientos políticos y las cortinas de humo. Esta saturación puede llegar a afectar incluso al 80% de la inversión en el país que es de peruanos emprendedores, micro, pequeños y medianos, que imprimen el dinamismo del mercado interno. Mejor sería serenarse y mantener la situación en calma, mientras se logra superar las barreras burocráticas que impiden o frenan las inversiones en proyectos de todo tamaño.
Publicado en Correo, 19 de enero de 2014.