Se dice que Dios escribe derecho en líneas torcidas, pero el presidente Humala escribe torcido con líneas torcidas. En política económica, por lo pronto, ha sido una verdadera ironía que luego de pronunciar en el CADE una de sus revelaciones más sobrecogedoras (“juntos vamos más lejos”), el presidente haya dejado en claro, en poco más de una semana, cuán lejos quiere realmente ir.
En verdad, ya antes de que el espíritu de Paracas se posara sobre él, el presidente sorprendió con una especie insondable: “Antes pensábamos que había que crecer para incluir, pero ahora sabemos que hay que incluir para crecer”. Mientras la dirección nacional de exégesis del Ministerio de Economía y Finanzas se abocaba a desentrañar este aforismo, el presidente dejó claro en la reunión de la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (Onudi) que lo suyo es la “industrialización inclusiva”.
Es comprensible. El presidente ha explicado que eso de la minería y los recursos naturales no servirá para muchos años más y que, en consecuencia, la industria es la voz. Así se lo han sugerido los socios de la Sociedad Nacional de Industrias en una parrillada en la que no invitaron a los empresarios de los sectores agricultura, comercio, educación, turismo, tecnología, construcción y salud.
Por ello, el primer regalo navideño que se espera ahora es el plan industrial, un documento que aún no se conoce, pero ya se aplaude, porque traería de vuelta esas cosas simples de la vida (subsidios, exoneraciones, gollerías) que a los industriales les da mucha alegría.
Pero la Nochebuena está a la vuelta de la esquina y si uno va a regalar, mejor regala bien. Para demostrar que ha leído en detalle el informe sobre las pruebas PISA y que tiene claras sus prioridades, el presidente nos obsequiará una nueva refinería de petróleo en Talara. ¡OMG, lo que más nos hacía falta!
El regalo, para ser justos, es en realidad una donación del Mandrake Investment Bank, que hará las gestiones para que unas garantías atraigan a unos inversionistas que pondrán la plata sin controlar la empresa mientras los intereses los pagará la misma empresa que no genera la caja; pero no importa, porque es Navidad. Ni un centavo de los contribuyentes está comprometido.
Ojo, todo con sustento legal. El proyecto de ley que ha enviado Humala al Congreso así lo establece, junto con el plazo de 270 días para que Petro-Perú “implemente medidas que generen y maximicen el valor de la empresa y […] una reorganización que asegure […] la sostenibilidad de las operaciones”. Pregunta al margen: ¿Entonces, qué diablos estuvo haciendo ese directorio todos estos años si no era generar valor y sostenibilidad?
Para cerrar con broche de oro, la semana regalona no podía terminar sin la aprobación por parte de humalistas y toledistas del aberrante proyecto de ley universitaria que establece la intervención del Estado en todas las decisiones claves de gestión de las empresas privadas del rubro educativo.
Con esa bomba atómica que el oficialismo soltará en cualquier momento quedará meridianamente claro aquello de que juntos vamos más lejos, porque en adelante los empresarios no podrán ir a ningún lado sin la anuencia de la nueva superintendencia nacional de educación universitaria.
Resurrección del mercantilismo industrial, despilfarro de recursos en empresas públicas e intervención directa en las empresas privadas educativas. ¡Qué bien le asentó Paracas al presidente!