Por Felipe Morris
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La Sala Especializada en Protección del Consumidor de Indecopi, en mi opinión ha cometido un grave error al prohibir que los cines limiten el ingreso de clientes con alimentos a las salas de proyección, lo que atenta en forma flagrante contra la libertad de empresa. Es increíble que los miembros de dicha sala hayan dejado de lado lo que indica la propia ley de competencia al respecto: si no hay posición de dominio no lo tienes que regular. Los cines no la tienen y no hay necesidad de proteger al consumidor en el sentido que nadie los obliga a ir a determinada sala de cine o a consumir los productos que allí se venden. Estamos como el cangrejo en este país.
Es claro que los que emitieron esta resolución o no tienen la menor idea de cómo se estructuran los precios y las ganancias en el negocio de los cines o simplemente les importa un bledo. Al menos el 40% de los ingresos de los cines es por la venta de productos y no de las entradas, en otras palabras las entradas eran subsidiadas por los alimentos, lo que va a ocurrir ahora es que los cines tendrán que incrementar el precio de las entradas o se verán obligados a cerrar o disminuir sus salas. ¿Quién gana? ¿El consumidor?
¿Que viene después? ¿Prohibir a los restaurantes que cobren derecho de corcho si uno quiere llevar una botella de vino? ¿Se permitiría a los cines que le cobren a sus clientes un derecho por llevar su canchita o su gaseosa? Si se permite a los restaurantes, ¿por qué no permitirlo a los cines? Y si no se permite a los cines, ¿por qué permitirlo a los restaurantes?
Tengo una gran preocupación porque noto en el país una tendencia hacia medidas populistas y un gran desconocimiento de la población en general sobre el efecto de algunas medidas sobre su propio bienestar y su futuro. Por ejemplo, muchos salen a apoyar el anuncio populista de un posible aumento de la remuneración mínima vital cuando buena parte de la fuerza laboral gana menos del salario mínimo vigente. El otro día hubo una marcha para protestar por la ahora abortada ley que permitía que los muchachos en carreras técnicas hagan prácticas formativas no remuneradas en empresas, como ocurre en Europa o en Estados Unidos, entre muchos otros países. Me causó gracias verlos marchar una vez más en contra de una ley que les conviene. ¿Cuantos muchachos perderán la oportunidad de obtener un empleo formal por no haber podido hacer una práctica cuando eran alumnos en un instituto técnico?
Ahora añadimos este despropósito que obviamente terminará por aumentar el costo de ir al cine o reducir su oferta, si no puede arreglarse en el Poder Judicial ya sea con una Acción de Amparo o un juicio.
Hemos perdido la brújula en el Perú. Una pena. Pareciera que en el país todas las normas están destinadas a atacar a los negocios formales, que cada vez son los menos, para incentivar la informalidad y el desorden. Después que la gente no se queje porque no encuentra empleos formales de calidad. Nos hemos pasado los últimos veinte años matando a la gallina que pone los huevos de oro. Tarde o temprano se va a morir.