El Perú fue reconocido en el 2008 como el país número 1 en manejo sostenible de su pesquería. Instituciones como la FAO y el Banco Mundial felicitaron la aplicación del sistema de cuotas, el cual dota de aun mayor sostenibilidad a la pesquería.
Nuestro país es el mayor productor de harina y aceite de pescado del mundo. Sus productos son valorados por los clientes más exigentes, mayormente acuicultores que cultivan peces demandados por los consumidores. A su aceite cada vez le encuentran más propiedades, y actualmente tiene una elevada y creciente demanda por las industrias nutracéutica y farmacéutica, para productos que mejoran la salud de las personas. Así, esta actividad pesquera da trabajo, trae divisas y genera impuestos, con un manejo sostenible, por ser valorada para generar alimentos, complementos nutricionales y medicinas para las personas.
Un clima favorable para la pesquería traería mayores inversiones para la consolidación de los emprendimientos realizados para la fabricación de conservas y congelados, así como para potenciar la acuicultura, en que aún el Perú está en pañales. Las nuevas y mayores inversiones generarían más trabajo, divisas e impuestos. En cualquier momento, y más en un escenario en que el crecimiento se desacelera, ello debería ser una prioridad para el Estado.
Lamentablemente, ese no ha sido el caso. Los empresarios fueron sorprendidos con una norma que no fue prepublicada, y sorprendidos aun más por otra que reemplazó la anterior diciendo lo mismo, ignorando la sentencia de nuestra máxima instancia del Poder Judicial, la Corte Suprema. Sin sustento, se restó competitividad a la pesca industrial, mandando a su flota a la milla 10 en el norte y centro, y a la milla 7 en el sur. Chile pesca desde la milla 1.
Como resultado, la pesca industrial en el sur ha caído drásticamente, de 700 mil toneladas en promedio en años anteriores, a solo 240 mil en el 2013. Mientras que en el 2009 en el sur del Perú se pescó un poco más que en el norte de Chile, en el 2013 en el norte de Chile se pescó el triple que en el sur del Perú. Cabe mencionar que se trata de una biomasa que se comparte y, por tanto, hay una interdependencia entre las medidas y resultados de un país con aquellos del otro; de lo contrario, se hablaría de dos biomasas diferentes y no de una sola.
Se decía que la norma buscaba aumentar el consumo humano de pescado. Sin embargo, las estadísticas de desembarques y el incremento en el precio de pescado muestran que la medida no logró este resultado. Así, a pesar de que la Corte Suprema dijo que la medida no tenía sustento y que los resultados muestran que esta es ineficaz, se insiste con la misma, con graves perjuicios para la pesquería, especialmente en el sur del país.
Tenemos una pesquería de talla mundial, que aún tiene mucho potencial. Los empresarios necesitan políticas públicas y un clima favorable que acompañen la inversión realizada y los anime a realizar nuevas inversiones. No dejemos de lado esta posibilidad, que traería empleo, producción e impuestos.
Publicado en El Comercio, 13 de enero de 2014