Por César Peñaranda
(Gestión, 12 de octubre de 2015)
De la historia económica se extrae que la productividad es clave para lograr crecimiento alto y sostenido, entendida como la contribución que hacen al proceso productivo tanto el factor trabajo como el capital, pero en especial todo aquello que, además del trabajo y el capital, interviene directa e indirectamente en dicho proceso, que se conoce como productividad total de factores (PTF). Economistas muy respetados, como Baumol, Blackman y Wolff, por mencionar algunos, coinciden que en el largo plazo nada es tan importante para el bienestar económico como la tasa de crecimiento de la productividad. Esta última, según el profesor Easterly, explica gran parte de las diferencias en crecimiento per cápita entre países.
Efectivamente, los períodos de mayor crecimiento económico en el Perú entre los años 1961-2012 fueron las décadas 1961-1970 y 2001-2012, en que se alcanzó tasas promedio anual de 5.9 y 5.8%, respectivamente, coincidiendo que la mayor contribución provino de la PTF, 47.5 y 41.4% de dichas tasas para las respectivas décadas. Igualmente, el período de menor crecimiento económico registrado entre 1981-1990, llamada la década perdida, con tasa promedio anual de -1%, se explica por la fuerte caída de la PTF, que restó 4.5 puntos porcentuales al PBI.
Por tanto, hay que estar atento a la evolución de la PTF. En ese sentido, preocupa la tendencia de su tasa de crecimiento, pues si bien fue positiva en el segundo quinquenio de la década del 2000 con 2.4% promedio anual, entre el 2011-2014 presenta tasas negativas, con -2% promedio anual ¿Qué sucede y qué hacer? Una respuesta integral se extrae del Reporte de Competitividad Global (RCG) del Foro Económico Mundial (WEF), que examina en detalle la competitividad para un número significativo de países, 140 en su último RCG 2015-2016.
Perú retrocede 4 posiciones al subir del puesto 65 (2014-2015) al 69, continuando con su tendencia negativa pues en el RCG 2013-2014 ocupaba el puesto 61, es decir, si se toma este último RCG como referencia se retrocede 8 posiciones. El reciente RCG 2015-2016 resulta de una mejora en 5 pilares pero una caída en 7; salvo el pilar de desarrollo del mercado financiero que baja 10 posiciones para ubicarse en el puesto 30, la mejora en los otros cuatro pilares es marginal. Así, destaca el pilar instituciones que si bien mejora dos posiciones se mantiene muy rezagado y con clara involución pues en el RCG 2013-2014 estaba en el puesto 95 y hoy en el 116. Lo mismo sucede con el pilar innovación que baja un puesto, al 116, pero tres por encima del alcanzado en el RCG 2013-2014. A esto se suma la involución en pilares claves para incrementar productividad-competitividad, como salud y educación primaria (que retrocede 6 posiciones), eficiencia del mercado de bienes (7), eficiencia del mercado laboral (13) y sofisticación empresarial (9). Otros pilares esenciales como infraestructura y preparación tecnológica se mantienen rezagados, puestos 89 y 88, respectivamente.
Los pilares del RCG pueden agruparse en cinco componentes centrales: instituciones, reformas estructurales (del estado, laboral y tributaria), innovación, capital humano (educación y salud) e infraestructura. Considerarlos en conjunto para el aumento progresivo de la productividad-competitividad como política de estado, que trasciende a los gobiernos, permitirá con visión de mediano-largo plazo garantizar crecimiento alto y sostenido, equitativo e inclusivo y por tanto mayor bienestar. Apostemos por ello.