Alfonso Baella Herrera
Expreso, 10 de febrero de 2016
Si el JNE quiere cumplir el papel que le corresponde, y erigirse en el rector y garante del actual proceso electoral, tiene que tomar una decisión, de acuerdo a derecho, e invalidar la fraudulenta candidatura a la presidencia de la República del señor Julio Guzmán y de su partido Todos por el Perú. Las razones son jurídicas y se explican porque el partido al que se subió el candidato Guzmán ha vulnerado sus propios estatutos y, a pesar de haber sido notificado el 18 y el 23 de diciembre del año pasado, nunca contestó ni en el fondo ni en la forma las serias observaciones que demuelen, desde dentro, la candidatura morada.
Este problema ha sido reconocido por el propio partido y por el mismo Guzmán que en entrevista a La República, el domingo último, dijo a la pregunta si reconocía errores administrativos en su elección: “Sí las ha habido, lo reconozco. Pero, de acuerdo a ley, se pueden subsanar, y hay tiempo para eso. No me alerta a mí el tema técnico porque se puede arreglar, lo que me llama la atención es cómo los medios están manejando el tema”.
Es obvio que el candidato Guzmán no sabe ni entiende la gravedad de lo que ha ocurrido con su elección. Al JNE no le queda más que aplicar la ley porque a estas alturas no se puede hacer una nueva elección interna y elegir a Guzmán. ¿Por qué? Porque el plazo ya se venció para todos los partidos en carrera. Las leyes y los reglamentos son de obligatorio cumplimiento; y los plazos se han puesto para ser cumplidos sin la menor objeción.
Lo evidente es que Julio Guzmán es un candidato presidencial que surge de un proceso fraudulento y que está fuera de plazo. Aceptar su candidatura, a esta hora, acarrearía una vulneración del derecho, una inequidad con respecto a las otras candidaturas y, finalmente, una excepción que políticamente convertiría la candidatura de Guzmán en una ilegítima, débil y totalmente cuestionada. No es Guzmán; es su partido.
Está de más recordar que el candidato a la alcaldía por Lima, Alex Koury, fue sacado de la carrera electoral a semanas de la elección municipal en el 2010 -y cuando iba segundo en las encuestas- por tener un problema con la fijación de su domicilio legal.
Carlos Burgos, candidato al distrito más populoso de Lima, San Juan de Lurigancho, también dejó la candidatura porque, aparentemente, había mentido en su hoja de vida en relación con su formación escolar. Hace horas, Isaac Humala Núñez, padre del presidente de la República, quedó fuera de la fórmula presidencial de Siempre Unidos. En todos los casos fueron temas formales. Nadie hizo marchas; muy por el contrario, se aceptó la realidad de los hechos y punto.
El JNE tiene, por eso, una oportunidad de oro para hacer docencia y dar un mensaje a todos los peruanos que consolide el proceso electoral del 10 de abril.
El país que queremos pasa por entender que quienes aspiran a ser gobierno no crean que son superiores al punto que los reglamentos sean meros formalismos que pueden obviarse o irrespetarse. Debemos cuidarnos de los verdaderos candidatos-dinosaurios; aquellos que creen que para ellos y sus amigos es todo y para los enemigos o rivales la ley.
PD: Señor César Acuña, este artículo tiene Copyright.
Lampadia