Perú 21, 25 de febrero de 2016
¡Un día “ves la luz” y decides ser presidente! Sabes que en tu país eso es facilísimo, porque tienes un “electarado” que vota por cualquier cosa para cualquier cargo público. Y tal como Ollanta, Toledo o Fujimori, tienes a una esposa hiperambiciosa empujándote. ¿No tienes partido inscrito? Te buscas a unos tecnócratas políticamente frustrados que te prestarán un “vientre de alquiler”. ¿Sin plata? Te buscas un magnate de cosméticos y a algunos de la religión de tu mujer. ¿Jefe de campaña? Te agencias a un hábil activista gay y asesor de dictadores genocidas africanos (lo que al IDL de Gorriti y Ernie no le importa) y le prometes instaurar el “matrigay” cuando ganes. ¿Colores políticos? Te copias el morado de Podemos de España. ¿Símbolo político? Plagias la antorcha de los conservadores británicos, a sugerencia de tu jefe de campaña, de madre inglesa. ¿No tienes estrategia de campaña? También de Podemos imitas sus tácticas en redes sociales y la de llamar “dinosaurios” a tus rivales. ¿Quieres un “look” fresco? Sacas de Obama la costumbre de ir en camisa remangada y no dejas de sonreír, como tonto, a lo Jimmy Carter. ¿Te falta gente?
Resucitas a una fallida zarina anticorrupción y recoges a un general choteado por Toledo. ¿Necesitas apoyo político mediático? Le juras a Mohme y compañía que solo tú puedes ganarle a Keiko y les ofreces posteriores chambas públicas a los caviares.
¿Careces de programa, plan de gobierno o ideas? ¡Eso no le importa al “electarado”! ¡Eres “el nuevo”! Podrás contradecirte a cada rato, hacer el ridículo en la TV o dar pésimas entrevistas a diarios. Y confía en las modas de las encuestas. Y en Nadine. Y victimízate y clama fraude ante tus errores. ¡Ya está!