Venezuela no deja de sorprender al mundo. Ahora su excéntrico Presidente, Nicolás Maduro, ha decidido crear el Viceministerio de la Suprema Felicidad, el cual se encargará de “hacer felices” a los venezolanos coordinando las más de 30 intervenciones en el campo social del Gobierno, llamadas “Misiones”, y de atender “exigencias, reclamos y necesidades” de niños, personas con discapacidad y de la tercera edad.
Varias cosas llaman la atención con respecto a Venezuela. La primera es la megalomanía de un pintoresco presidente al que solo le falta nombrar Primer Ministro a su caballo, al mejor estilo de Calígula. La segunda es el desbordante populismo que carece de una visión de desarrollo y derrocha el potencial de un país que ha sido bendecido con recursos naturales y las mayores reservas petroleras del mundo entero.
El aparato productivo de Venezuela ha quedado atrofiado por años de “políticas revolucionarias” que no solo han minado sectores generadores de empleo como la construcción y la manufactura, sino también la producción de alimentos. Así por ejemplo, en la actualidad Venezuela ya importa más de la mitad de los bienes de primera necesidad que consume, y para el mes pasado, el Banco Central de ese país calculaba el índice de escasez de alimentos y productos básicos en 21% (índice de uso exclusivo para Venezuela).
El problema económico se ha agravado por el control cambiario vigente desde el 2003 y el limitado acceso a las divisas impuesto por el Gobierno, excepto a los empresarios amigos del régimen. Esto ha creado un mercado negro de dólares donde el tipo de cambio ya superó los 53 bolívares por dólar, mientras el tipo de cambio oficial es de 6.3. La política oficial de liberar el acceso de divisas a solo ciertos sectores productivos que requieren de insumos importados se ha traducido en escasez de dólares, y un alza considerable de los precios de los bienes que se importan, principalmente alimentos.
La lamentable consecuencia de las desafortunadas políticas anti-económicas y de sub-desarrollo de Venezuela ha sido una mayor desindustrialización y dependencia del petróleo. El Foro Económico Mundial (FEM) proyecta que este país crecería solo 1% en este año y 1.7% en el 2014. El desorden de las finanzas públicas en Venezuela generará un déficit de 10.9% este año y de 11.1% para el 2014, y junto a la expansión monetaria inorgánica que viene financiando este déficit, se viene impulsando la inflación, que este año llegaría a 88%.
Es difícil creer que un Viceministerio pueda crear felicidad en una economía que padece las consecuencias de estas nefastas políticas populistas, de un gobierno sin brújula que cree que el asistencialismo es la solución al desarrollo, mientras el desempleo alcanza este año al 9.2% de la PEA y el FEM proyecta que el próximo año será de 10.3%, el más alto de la región.