El proyecto frustrado del gobierno de comprar La Pampilla y los diversos proyectos de ley de la Comisión de Defensa del Consumidor del Congreso han reavivado el debate en el Perú sobre el manejo político de los precios de los combustibles y todas las plagas del control de precios. Algunos creen que le pueden hacer guiños al estatismo a pesar de la hecatombe económica y social que vivimos en las décadas de los setentas y ochentas y de la tragedia que hoy atraviesan los países bolivarianos.
Por ejemplo, Venezuela es uno de los países que tiene las mayores reservas probadas de petróleo en el mundo, pero importa gasolina y vive agobiada por el racionamiento de electricidad por el control de precios de las tarifas con criterios políticos, desde la nacionalización, el 2007, del sector energético. El gobierno de los “pajaritos” se defiende del desastre acusando a la oposición de sabotaje.
En Argentina las compañías privadas distribuidoras eléctricas de la capital (Edenor y Edesur) han declarado que sus redes están sobrecargadas al límite por la demanda, lo que explica los constantes recortes de luz en la ciudad bonaerense. No olvidemos que hace un año el gobierno argentino estatizó y capturó las instalaciones de YPF-Repsol. En el país gaucho también se controla políticamente las tarifas eléctricas, hecho que ha ahuyentado las inversiones, creando un inmenso déficit de oferta de energía.
Por falta de dólares las importaciones tambalean en ambos países y el desabastecimiento de bienes esenciales se generaliza. En el país llanero, a veces, no hay huevos ni leche. El control de precios de la electricidad en Venezuela y Argentina solo es la punta del iceberg. Los controles proliferan como hongos. Por ejemplo, el control de cambios en Argentina ha originado un mercado oficial en el que el dólar se cotiza a 5.23 pesos por dólar en tanto que, en el mercado negro, la cotización supera los 10 pesos. En Venezuela el cambio oficial del dólar se cotiza a 6.30 bolívares por unidad mientras que, en el paralelo, vale 26 bolívares. Este mundo oficial versus mundo real debe recordarnos el gigantesco mercado negro de dólares de Ocoña en Lima durante los años ochenta.
Pero las cosas no quedan ahí. En Argentina el 2012 se reportó 5% de déficit fiscal y una inflación de 25%. El mismo año en Venezuela hubo un déficit de 19% del PBI y una inflación de 23%, según cifras oficiales. Mientras en el Perú hubo un superávit fiscal de 1.3% y una inflación promedio de los últimos 10 años de 2.9%.
El desastre también se manifiesta en cuanto a la deuda pública. En Argentina todavía siguen enfrentando los problemas del perro muerto con los bonos, la presidenta no puede volar en el avión oficial a Europa por miedo a un embargo. En su último viaje tuvo que aterrizar en Marruecos. En Venezuela reportan una deuda de 51% del PBI, pero cifras extraoficiales hablan de 80%. En el Perú, el total de la deuda pública es solo el 19% del PBI.
Con respecto a las reservas internacionales siguen las malas noticias. Argentina cerró el 2012 con reservas que equivalen al 9.6% del PBI, Venezuela con 8.2%, en tanto que en el Perú las reservas representan el 34% del PBI. Cifras extraoficiales señalan que Venezuela solo tendría $ 4 mil millones en la caja (1% del PBI), que, para una economía donde se importa el 80% de lo que se consume, es como estar en cero.
Como podemos ver, la maldición de los recursos naturales (petróleo en Venezuela y la soya y cereales en Argentina) si se ha instalado con todas sus plagas y desgracias, en estos países que no operan en el mercado y tienen democracias (instituciones) muy cuestionables.