El 21 de enero último, una desprevenida nota de El Comercio, propagandisaba las afirmaciones de la ONPE sobre la supuesta preferencia de los votantes por el voto electrónico presencial y no presencial, “Se viene el voto electrónico”. De acuerdo a las declaraciones Carlos Vargas, subgerente de asistencia técnica de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE) y Juan la Cruz, investigador de la subgerencia de información e investigación, las condiciones para implementar esta modalidad en el Perú estarían dadas.
La inocente nota de El Comercio, por no emplear otro calificativo más duro, omite todos los peligros que trae consigo esta iniciativa, a la que no dudamos en calificar como un auténtico peligro para la democracia nacional. Por el contrario, se concentra en mostrar las bondades de esta modalidad.
Así enumeran las supuestas ventajas como: “ahorro de papel, rapidez en el escrutinio de los votos, accesibilidad para votantes con discapacidades físicas, prevención de errores en el proceso de votación, lo cual evita que se tenga que anular votos, menores costos de implementación y la posibilidad de que el votante pueda verificar el correcto tratamiento de su voto (sic)”. Además indican que es provechoso por: “la conveniencia para el elector de no desplazarse a un determinado lugar de votación específico, horario de votación, gestión centralizada del proceso de elección, ahorro de recursos del Estado y mayor participación de electores en el extranjero”.
La nota evita hablar de los riesgos inherentes a esta modalidad, por ello a pesar de “indicar que en las elecciones municipales de octubre último, el sistema mostró fallas en algunos de los 7 distritos limeños donde se implementó”, no advierte que este sistema encierra un gran peligro para la democracia. Solo se incluye una respuesta a las dudas y desconfianza que despierta el voto electrónico. Estudios cualitativos, aclara la Cruz, mostraron cierta desconfianza del elector por la seguridad en el conteo de los votos. Para generar confianza, el primer paso es la mayor participación de los partidos políticos en el uso del voto electrónico para las elecciones internas, según el investigador.
Como lo advertimos en Lampadia exactamente un año atrás (ver en L: No al voto electrónico), un gran peligro amenaza a la democracia peruana. No nos referimos a alguna intentona golpista, sino al proyecto que la Oficina Nacional de Procesos Electoral (ONPE) viene impulsando: el del voto electrónico. Y señalamos que es un peligro, pues estos sistemas no son lo suficientemente transparentes y, por ende, son susceptibles de ser utilizados para torcer la voluntad popular”.
La mencionada nota de El Comercio, no menciona que este sistema ha sido descartado por esta razón en otras naciones. Diversos especialistas como Franjo Kurtovic (ver en L:Votación fraude electrónica: ¿Buena para quién?), han señalado que “este tipo de votación por los serios problemas que ha tenido, por la posibilidad de fraude y la dificultad de su control, se ha proscrito de la mayoría de aquellos países donde se hicieron pilotos o se utilizara: Australia, Holanda, Irlanda (luego de haberse incluso comprado equipos por más de US$ 100 mil millones) (…) Pero lo realmente preocupante es que, mientras en países avanzados ya no se utiliza más, en Latinoamérica y otros países en vías de desarrollo están en auge, liderados por aquellos con democracias frágiles. En nuestra región un defensor de esta alternativa es la ONPE siguiendo a Brasil y Venezuela… ¡Qué peligroso!”
Como reseñamos previamente en Lampadia, existen suficientes antecedentes que demuestran la escasa fiabilidad de este sistema. Pero más alla de esas fallas, quizá el argumento más importante para rechazar esta modalidad, es el que recoge y establece, nada menos, que la Corte Constitucional de Alemania. En un fallo del 3 de marzo de 2009, usando la transparencia como argumento central, declaró inconstitucional los sistemas electrónicos y prohibió el uso de máquinas de votación.
En su sentencia la Corte indica: «1. El principio (…) ordena que todos los pasos esenciales de la elección estén sujetos al control público (…). 2. En la utilización de aparatos electorales electrónicos, el ciudadano debe poder controlar los pasos esenciales del acto electoral y la determinación del resultado de manera fiable y sin conocimientos técnicos especializados.»
Es decir, al no permitir un control ciudadano efectivo y directo por parte de cualquier ciudadano y en especial de los personeros acreditados, el principio de transparencia se quiebra, lo que hace indeseable y peligroso este sistema.
Como ha señalado el ex presidente del Jurado Nacional de Elecciones, Manuel Sánchez Palacios, el escrutinio en mesa es una garantía constitucional. “Este principio no se contempla en la votación electrónica, pues como ya hemos señalado la máquina es vista como una “caja negra”, cuyos resultados no pueden ser auditados por los personeros. (…) Hoy dichos sistemas no aseguran el escrutinio en mesa, lo cual ya es y puede ser fuente de enormes conflictos futuros.
Como señalamos oportunamente, así el sistema fuera técnicamente impecable, es susceptible de manipulación política, pues el elector, en especial los que reciben beneficios asistenciales directos del Estado, llámense programas sociales, podría ser inducido a dirigir su voto por amenazas abiertas o por la difusión de información real o falsa de que sus votos serían conocidos por alguna autoridad o partido político. Este riesgo se da tanto con los gobiernos actuales, como con los futuros, que, hipotéticamente, podrían sacar de las listas de beneficios sociales a los pobladores. El voto electrónico, es inaceptable para el Perú, que mantiene grandes programas asistenciales nominativos.
Nos preguntamos: ¿Por qué no se ha generado una reacción contraria a este sistema en el país? ¿En ningún estamento? ¿Solo por ignorancia, o por negocio? Lampadia