Las ONG’s pos-extractivistas se presentan en los medios como profesionales desinteresados, comprometidos con la defensa del medio ambiente y de las poblaciones locales. Sin embargo, al analizar su conducta se percibe que sus prioridades reales son muy diferentes de los propósitos que declaran tener. El acceso a donaciones y la visibilidad mediática han resultado ser los principales criterios de selección de las causas a defender, o a abandonar. Detrás de su discurso, sus líderes se comportan como verdaderos “Mercaderes de la Moralidad.” En este artículo analizamos a los pos-extractivistas que operan en Perú a la luz de un brillante estudio de Clifford Bob, PhD del MIT. (Ver más información en nuestro repositorio: Recursos Naturales y Desarrollo).
Los grupos que alcanzan destaque global lo logran a un alto costo, distorsionando sus principios y alienando a sus constituyentes para apelar a los intereses [privados] de los donantes en los países ricos. Clifford Bob.[1]
El comercio de la moralidad es el negocio principal de los grupos post-extractivistas. Mucho de su comportamiento real y de sus inconsistencias políticas, profesionales y morales se explican, por las reglas del mercado en el cual han decidido hacer negocio. Sus constituyentes locales, la población pobre y oprimida a la cual dicen servir, son meros componentes de un juego de imágenes desarrollado en función de sus verdaderos clientes, los donantes de los países desarrollados. Ello viven de donaciones, y para lograrlas tienen que servir a los objetivos e intereses de sus donantes.[2]
Clifford Bob, alumno de Harvard y PhD del MIT, ha escrito un brillante artículo que clarifica la dinámica política y mediática detrás de las causas impulsadas por las organizaciones Pos-Extractivistas, tanto en el Perú como en el extranjero[3] La pregunta que guió su investigación es: Por qué ciertas causas políticas reciben simpatía, atención mediática y fondos, mientras otras no? Su estudio se enfocó en un análisis comparativo de casos dando especial atención a aquellos en los que la naturaleza de las causas era muy semejante. Sus hallazgos han resultado ser útiles para comprender la conducta de los grupos post-extractivistas que operan en Perú.
El autor, mediante múltiples casos, nos muestra como la relación éxito-fracaso[4], en la celebridad de una causa, no es establecida por la importancia de la misma, ni por el número de quienes se consideran agraviados, ni menos aún por el tipo de denuncia que realizan. Partiendo de un caso muy conocido, el independentismo Tibetano, Clifford muestra que los Tibetanos (del cual el Dalai Lama es una figura muy reconocida) reciben una gran cobertura mediática global, mientras que los Uigures que se encuentran también bajo dominio chino reciben una cobertura mediática mínima. Un segundo caso estudiado por Bob es la rebelión zapatista en Chiapas cuya fama es muy superior a la fama de la insurgencia del Ejercito Popular Revolucionario en Oaxaca a pesar de las grandes semejanzas entre ambos movimientos.
La respuesta, es decir el grado de éxito, tendría mayor relación con ciertas características propias de las causas célebres, de imagen de sus líderes y su alineamiento con los intereses de las grandes ONG’s internacionales involucradas, y con sus posibilidades de sacar provecho de dicha causa. En el caso de la lucha por la independencia del Tíbet y la de los Uigures, ambos grupos minoritarios han luchado contra la dominación china, el asentamiento de los chinos provenientes de la etnia Han (la dominante en el país), las políticas de desarrollo del Partido Comunista Chino y las políticas represivas aplicadas en sus regiones. Sin embargo, los Uigures han fallado en captar la atención y la simpatía de la comunidad internacional. Según el autor, esta diferencia no se basa en la causa que persiguen (que es básicamente la misma) sino más bien en el potencial para recaudar fondos y construir reputación que las grandes ONG’s han encontrado en las respectivas causas. El criterio de selección de los donantes es el potencial de donaciones y prestigio (donaciones futuras) que cada causa tiene en el mercado filantrópico, no la relevancia de la causa para la humanidad.
Los Chaupe versus los Pajares. ¿Cuál tiene mayor potencial de best-seller?
Un caso local que podríamos analizar con este enfoque es el de la Sra. Máxima Acuña de Chaupe, una mujer que ha sido sistemáticamente utilizada por diversas ONG’s locales en eventos, manifestaciones, representaciones icónicas, producción de contenido hostil a la minería, en medios, etc. La señora Acuña acusa a Minera Yanacocha (una empresa con mayoría de capital estadounidense) de pretender apropiarse abusivamente de su terreno para desarrollar el proyecto Conga. Un reclamo muy similar fue hecho por otra familia, los Pajares;[5] el mismo problema, la misma empresa, en la misma región. Sin embargo, el caso de Máxima, ha tenido mucho más éxito para capturar la atención de las ONG’s fuera del Perú y obtener rebote mediático local. La causa es muy similar y la injusticia argüida también. ¿Qué hace el caso de la familia Chaupe más importante para los pos-extractivistas locales y para sus donantes?
El caso de la familia Chaupe es mucho más fácil de vender a medios y donantes que el caso de los Pajares. Los Chaupe tienen más potencial para recaudar donaciones para las ONG’s e incrementar su reputación. El ícono Chaupe a ser elevado cumple con varias causas de diversos grupos de interés, aumentando el “mercado de activistas” y de ONG’s interesadas: (1) es mujer, atractivo para las feministas, (2) se opone a la minería (atractivo para los grupos pos-extractivistas), (3) es supuestamente “indígena” (atractivo para los activistas indigenistas), (4) es campesina (atractivo para agrupaciones comunistas o radicales que buscan reivindicar antiguas opresiones contra el campesinado), y (5) es contraria a las trasnacionales (lo que agrada a grupos anti-globalización). Esta visión romántica de la lucha entre la mujer indígena pobre, sola, campesina, indefensa, que vive en armonía con la naturaleza, versus la trasnacional gigante, poderosa, contaminadora del medio ambiente y culpable de la pobreza local, es una réplica de la lucha de David contra Goliat que gusta mucho a las diversas audiencias de activistas, aquí y en los países desarrollados. Ello implica que múltiples sectores activistas tienen incentivos a dar rebote al caso, y que al hacerlo los pone en mejores términos con sus financiadores.
El caso de la familia Pajares es menos llamativo como producto mediático. Los argumentos que ellos han presentado –más allá de ser o no ciertos– son legales y no apelan a reivindicaciones étnicas, ni a luchas medio ambientales, ni a ningún otro punto de la agenda pos-extractivista. Los integrantes de la familia presentaron los papeles del juicio en una camioneta 4×4, son además hijos de uno de los hombres con más tierras en el norte del Perú, no están tratando de vivir en la zona, una de las voceras afirma vivir en el extranjero, y no se victimiza ante los medios.[6] Un “producto” así es difícilmente vendible por las grandes ONG’s, no encaja en la causa de ningún grupo activista en los países desarrollados, y no encaja bien en ningún segmento del mercado de donaciones.
Entendiendo esa lógica, no sorprende que varias ONG’s se hayan plegado a las demandas de Máxima Chaupe. Por el potencial del producto (la imagen de la señora Chaupe), los instructores la hicieron seguir, como libro de texto, ciertos pasos necesarios para incrementar la relevancia de su figura: le brindaron premios como vehículo de internacionalización de la figura, surgió un “padrino” que la apoyó y guió en el proceso[7] se ha trabajado en la generación de una iconografía (la dama de la Laguna Azul) y de diversos productos audiovisuales relacionados, entre ellos, el documental “La Hija de la Laguna”[8], un reportaje en Cuarto Poder y una entrevista con Milagros Leiva. La señora ha sido llevada a diversas reuniones y presentaciones de activistas de distintas causas, inclusive a Europa en la que fue usada como un recurso muy útil para capturar la atención de una congresista del Partido Comunista Francés, quien incluso visitó las lagunas relacionadas al proyecto Conga el año pasado. La última acción es el ‘regalo’ del diario La República del video del documental indicado, del día 21 de diciembre pasado (ver foto).
ONG’s “ambientalistas” que no se preocupan por el medio ambiente
El mismo criterio mercantil explicado por Bob en las causas que obtienen rebote global es aplicable en la selección de las causas ambientales en Perú.
Si uno busca en la página web de GRUFIDES (ONG protagónica de múltiples conflictos sociales y que sirvió de plataforma a Marco Arana) encontrará 134 artículos referentes al Proyecto Conga y 46 referentes al Proyecto Tía María, mientras que hay tan solo 15 referencias a la minería informal la cual está trayendo, de manera probada, una verdadera devastación medioambiental. Ese número extraordinario de artículos refleja la prioridad que GRUFIDES asigna a los dos proyectos que ni siquiera han entrado en operación, que tienen sus EIA aprobados, y siendo que los anti-mineros no cuentan con estudios serios que sustenten los potenciales costos ambientales. Las causas asumidas por los pos-extractivistas se priorizan en función de su potencial en el mercado de donaciones; el país y la población andina son sólo componentes de un discurso comercial. El impacto ambiental es menos relevante que la visibilidad del conflicto ligada a una determinada actividad extractiva.
Un caso similar sucedió en Piura. La empresa Manhattan que realizaba exploraciones en Tambogrande tuvo que retirarse dado el rechazo por el trabajo de zapa realizado por algunas ONG’s, agrupaciones políticas y diversos aventureros políticos locales, quienes apelaban a la posibilidad futura de que ocurriera cierto grado de contaminación. El bloqueo del proyecto provocó la entrada masiva de la minería ilegal que hoy está destruyendo en forma desastrosa las zonas donde opera. ¿Dónde están las organizaciones que lucharon por la protección ambiental del valle y de la población de Tambogrande? ¿Por qué los esfuerzos mediáticos y de adoctrinamiento político (llamados “capacitaciones locales”) disminuyeron en función del retiro de la minería moderna? Los resultados desastrosos de Tambogrande no son materia evaluación para los anti-mineros, lo único que extraen como lecciones aprendidas son los métodos para bloquear nuevos proyectos mineros. En la lucha incesante por comercializar ideas en el mercado de donaciones, la coherencia moral y profesional es dejada de lado.
Luchar contra las multinacionales y las multilaterales es más rentable
En otra parte de su articulo Clifford Bob cita el ejemplo de la comunidad Ogoni, en Nigeria. El pueblo Ogoni estuvo luchando por años por representación política ante la indiferencia de la comunidad internacional. Su destino cambió cuando la empresa trasnacional Royal Dutch Shell entró a operar en sus territorios y los líderes Ogoni modificaron sus reclamos desde una posición de defensa de minorías étnicas hacia una de protección medioambiental. Varias organizaciones internacionales, entre ellas Greenpeace y Amnistía Internacional, empezaron a darle atención al tema. La causa anterior era muy difícil de vender a sus audiencias globales, mientras que la defensa del medio ambiente en enfrentamiento a una multinacional se alineaba mucho más con las preocupaciones del mundo desarrollado y de los donantes de esas ONG’s. Atacar a grandes empresas trasnacionales es una actividad mucho más lucrativa en lo económico y político para las ONG’s que priorizar la representatividad de grupos étnicos africanos, y menos aún hacer algo efectivo en esa dirección. Como en todo mercado, el cliente (o en este caso el donante) tiene la razón.
Un fenómeno semejante se dio en el caso peruano, pues durante la Junta de Gobernadores del FMI y el Banco Mundial se realizó un evento opuesto, titulado “Desmintiendo el Milagro Peruano”[9] el cual contó con la participación de múltiples invitados internacionales incluyendo el célebre Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz. Los activistas peruanos enfrentaban el problema de que sus actividades se focalizaban en Derechos Humanos, Medio Ambiente y Derechos Indígenas, estando estas temáticas muy alejadas de los debates respecto a políticas económicas que naturalmente se asocian al Banco Mundial y el Fondo Monetario. Sin embargo, la Junta de Gobernadores significó la llegada de una gran cantidad activistas del mundo desarrollado, hostiles a estas instituciones y capaces de canalizar recursos financieros. Había que preparar para estos clientes algo que les mostrara que se está en “la misma lucha” y que las ONG’s peruanas también merecían recibir recursos externos. La solución encontrada fue generar eventos en los que se asociaba el accionar del Banco Mundial y del Fondo Monetario a los actuales “giros de negocio” de las ONG’s peruanas. Se realizaron actividades tales como: “Un panorama del involucramiento del Banco Mundial en cambio climático en Perú y México,” “El rol de la IFC desde los años 90,[10] y los impactos de sus Inversiones en el Perú: El Caso Yanacocha en Cajamarca,” etc.
En estos eventos se trataba de sostener, aún de manera forzada, que las actividades de las ONG’s locales también formaban parte del enfrentamiento contra las multilaterales, es decir se trataba de hacer encajar el “producto” a las preferencias del “mercado” que en esos momentos estaba constituido por extranjeros hostiles al Banco Mundial y el Fondo Monetario.
Conclusiones
La investigación de Clifford Bob confirmó su hipótesis: Las diversas ONG’s que operan en el mercado de donaciones priorizan las causas no por su relevancia sino por la capacidad para atraer la atención en el mundo desarrollado y sus donantes. Como hemos podido verificar, esa lógica también impera en el Perú.
Según el autor, las ONG’s internacionales buscan figuras que representen sus propios ideales, completen los requerimiento programáticos necesarios para tener “éxito,” o que encajen dentro de sus visiones románticas de rebelión. Él opina además que las audiencias en el mundo desarrollado están listas para creer en la superioridad de su moral, y en el poder e infalibilidad de sus buenas intenciones.
Como país en desarrollo no tendríamos que preocuparnos por los problemas de las sociedades desarrolladas, pero sucede que las creencias de algunos segmentos de esas sociedades pueden afectarnos, y objetivamente nos afectan, induciendo a operadores locales, como las ONG’s pos-extractivistas a dedicarse a las causas que ellos pueden comercializar mejor.
Los grupos post-extractivistas locales se han dejado moldear por la lógica de ese mercado, bloqueando la creación de riqueza donde actúan y dejando que se destruya el ambiente donde no encuentran oportunidades de negocio.
Antes de asumir una causa o respaldar a algún personaje promovido por los grupos pos-extractivistas, necesitamos verificar su relevancia y sustento empírico para no terminar consumiendo productos simbólicos que son perjudiciales para nosotros como individuos, como comunidad y como país. Lampadia
[1] Bob, C. (2002). Merchants of Morality. Foreign Policy, March-April 2002, p. 26-45.
[2] Recomendamos enfáticamente la lectura del artículo. Es de acceso libre y de lectura amena.
[3] Clifford Bob es actualmente Profesor de Ciencias Politicas de la Universidad de Duquesne.
[4] Una causa “exitosa” en ese artículo, es aquella que logra obtener más atención mediática, simpatía y dinero que otras causas similares.
[5] Quienes denuncian que Minera Yanacocha opera actualmente sobre terrenos que son de su propiedad.
[6] En un reportaje hecho por el programa Punto Final.
[7] Para ella fue Grufides, con su vocera Mirtha Vásquez que es actualmente su abogada en los juicios que lleva contra Yanacocha.
[8] Aunque ella no es el personaje principal de la película, su caso es expuesto en el documental.
[9] El programa del evento esta disponible en: http://www.mediafire.com/view/aaiyiq7yrc7hob1
[10] IFC es el acrónimo de International Financial Corporation (Corporacion Financiera Internacional), que es la denominación del área de inversiones internacionales del Banco Mundial.