Camilo Ferreira
Centro Wiñaq
Para Lampadia
Este artículo analiza a las corrientes de opinión que rechazan la modernidad. Para ello, presento el análisis de James Lindsey y Helen Pluck, y explico como esas corrientes se manifiestan en Perú. La preocupación que busco abordar es la misma que motivó Steven Pinker a escribir su libro “Enlightenment Now”, el ascenso de fuerzas promotoras del pasado.
1. Los Enemigos de la Modernidad
James Lindsey y Helen Pluckrose en su ensayo titulado “Un Manifiesto Contra Los Enemigos de la Modernidad”[i] comentan un preocupante fenómeno que se ha incubado por décadas y que de manera creciente representa una amenaza al potencial de mejora del bienestar de la humanidad. Ellos se refieren al papel intelectual, cada vez más relevante, que están asumiendo los “Los enemigos de la Modernidad”, refiriéndose así a una alianza tácita entre los sectores Pos Modernos y Pre Modernos hostiles a los principios que han permitido las mejoras en la calidad de vida de la humanidad desde los inicios de la Ilustración, tales como la ciencia, el predominio de la razón, la democracia, el imperio de la ley, etc.
Los autores afirman: “La Modernidad, en términos de la visión y valores que nos sacaron del feudalismo de la Edad Media y nos ha llevado la relativa riqueza y confort que disfrutamos hoy en día (y que se está extendiendo rápidamente alrededor del mundo) está bajo amenaza desde ambos extremos del espectro político”.
Para ellos, los Enemigos de la Modernidad han conseguido incidir de manera efectiva sobre el debate político a pesar de ser muy minoritarios: “De manera colectiva, estos dos grupos representan un ethos que los abarca a ambos. Ambos son anti modernistas, y son enemigos de la modernidad. Tratados como una entidad única ellos forman una minoría relativamente pequeña, intrínsecamente dividida, pero alarmantemente poderosa”
Cada una tiene interés en debilitar la modernidad y en especial los valores que la sostienen, aunque por motivos distintos. Ellos afirman: “La izquierda progresista no se ha alineado con la Modernidad, sino con el postmodernismo, el cual rechaza la verdad objetiva como una fantasía soñada por inocentes y/o pensadores intolerantes (arrogantes) de la Ilustración, que subestimaron las consecuencias colaterales del progreso de la Modernidad. La derecha regresiva[ii], por el contrario, impulsa la idea, que no es más que un gran engaño, que las grandes complejidades de la sociedad moderna pueden funcionar sin la complicada infraestructura necesaria para que funcione una sociedad moderna. Ambos son un rechazo directo al compromiso de la Ilustración con la verdad.”
En el caso de las posturas postmodernas el ensayo afirma: “Si se va por el camino de la izquierda, se podrá encontrar la objetable noción que la verdad está “situada” por la identidad. Lo que lleva a la falaz creencia que la verdad es relativa respecto a cualquier marco cultural que uno tenga, excepto si se considera que esta cultura ha dominado injustamente en el pasado, en cuyo caso todo lo que considere como verdad debe ser refutado en principio.”
Según los autores, en el lado derecho del espectro político también hay quienes han hecho un giro hacia lo pre-moderno: “Girando a la derecha se da el mismo desencanto. Aquí la verdad no es muy diferente, aunque ellos no podrían llamarla “situada” (aunque lo sea). Es la clase de ‘Verdad’ que es ‘obvia’ para todos y demasiado simplista para ser verdad, y está situada en la experiencia diaria de las personas comunes. Esta ‘Verdad’ surge de una amalgama de la divinización de la experiencia diaria y el consenso local respecto a los textos ancestrales preferidos por Dios”
Lindsay y Pluckrose explican cómo la Modernidad esta sufriendo un ataque en tenaza. Por ejemplo: se afirma que un hombre heterosexual no puede opinar sobre el aborto u otros temas de Género puesto que tiene antes que “revisar su privilegio” y escuchar callado las versiones de aquellos a quienes su identidad como grupo oprimido le ponen más alto dentro de la “jerarquía de la opresión” de la cual surge la validez de las opiniones. Para ellos las actuales élites forman parte de un sistema opresor en diversos ejes y sostienen al “capitalismo heteropatriarcal y colonial”.
Por otro lado, el ensayo señala que la derecha pre-moderna es escéptica del método científico y de las trasformaciones sociales que desencadena el cambio tecnológico. Un ejemplo de estas posturas pre-modernas está en los sectores religiosos opuestos al uso de vacunas o que consideran que la Tierra tiene menos de diez mil años de antigüedad. En ambos casos se tiene una profunda desconfianza respecto a la ciencia y las elites tecnocráticas que han sido empoderadas por poseer dicho conocimiento científico. Ambos polos conceptuales generan islas epistémicas [iii].
2. Los Enemigos de la Modernidad en El Perú
Las propuestas de Lindsay y Pluckrose podrían ser consideradas como algo ajenas a la realidad peruana, pero no es así. Por el lado izquierdo se percibe la penetración de ideas postmodernas y conceptos originados por los intelectuales europeos y americanos que van paulatinamente avanzando en sectores de la “inteligentisia”[iv] de la izquierda peruana. Es en temas de género donde estas ideas han tenido una difusión y accionar más visible, sin embargo, no ha sido el único aspecto, a nivel de intelectuales y activistas, nuevos “ejes de opresión” están siendo formulados y visibilizados mediante el “giro de-colonial” y el “pos-extractivismo”.
En el Perú y en América Latina no existe un movimiento religioso o nacionalista comparables en influencia y visibilidad a lo que ocurre en el occidente desarrollado. Si bien existen posturas y movimientos conservadores sumamente influyentes, los mismos no se caracterizan precisamente por una hostilidad anti científica o anti intelectual, como la derecha en los Estados Unidos. Sin embargo, es posible identificar sectores pre-modernos -fundamentados en la tradición- en poblaciones rurales e indígenas al interior del país.
Creemos que en el caso peruano el movimiento social anti-minero es la manifestación más notoria de la alianza de conveniencia entre los sectores pre-modernos y postmodernos. Esa alianza está permitiendo que sectores rurales tradicionales (en zonas mineras o petroleras) puedan ser movilizados contra el capitalismo de mercado.
En el Perú, la izquierda de origen marxista, que se estructura sobre reivindicaciones de clase y económicas, ha sufrido golpes sumamente severos. El accionar violento y totalitario de Sendero Luminoso estigmatizó la simbología y el discurso de todo el movimiento. Además, el colapso político y moral del Partido de los Trabajadores en Brasil y la crisis en Venezuela han descalificado los referentes programáticos de la izquierda.
El eje de opresión “burguesía frente a proletariado” que es el punto de énfasis de análisis marxista clásico ha perdido poder de convocatoria entre los intelectuales y activistas. Esto abre el espacio para la lucha contra los otros sistemas considerados como opresivos tales como patriarcado, el extractivismo y las estructuras coloniales de poder.
El giro hacia la posmodernidad se ha sido influenciado por las nuevas formas de acceso a los fondos de la cooperación internacional, que hoy priorizan causas como el feminismo y el ecologismo. Las fuentes marxistas se han debilitado y solo las causas financiadas pueden sostener activistas a tiempo completo produciendo y difundiendo ideas.
En los Estados Unidos y Europa, los sectores externos a la modernidad occidental han sido, en gran medida, absorbidos o desplazados. En los EEUU hay una hegemonía demográfica total de los occidentales y los nativos fueron confinados en reservaciones. En Europa solo quedan algunas pocas áreas indígenas como los Sami en el extremo norte de Escandinavia. En América Latina, por el contrario, hay amplios sectores de la población indígena que habitan extensos territorios. Para los postmodernos estos indígenas tienen una alta importancia ideológica. Ellos, en gran medida, sustituyen las clases revolucionarias de los marxistas.
Algunos sectores de estos indígenas, o supuestos indígenas, son considerados como ajenos al Occidente. Para los postmodernos, esos indígenas son oprimidos y hay que defenderlos frente al capitalismo neoliberal. Hay, además, una idealización de las sociedades indígenas a las que se les considera practicantes del “Buen Vivir” y detentores de un sistema de valores alternativo al materialismo de la modernidad.[v] También consideran que los indígenas son intrínsecamente alineados con el cuidado del medio ambiente y con una concepción radicalmente distinta de la relación entre el hombre y la naturaleza.
Para los postmodernos latinoamericanos la población rural, son una fuente de saberes alternativos a los del Occidente opresor. Son estos saberes, en especial los referentes a la organización de la vida social, los que llevan a considerar a la población rural, la indígena en especial, como el origen de nuevas utopías. Para ellos, los indígenas son el laboratorio para explorar alternativas al desarrollo y forjar el “hombre nuevo” que el izquierdismo tradicional no fue capaz de crear. La modernización de las sociedades indígenas implica un “etnocidio” y la eliminación de sociedades alternativas al capitalismo de mercado. Por lo tanto, la modernización no debe ser buscada, sino evitada.
Esta exaltación de los sectores pre-modernos de las sociedades latinoamericanos por los activistas e intelectuales postmodernos, es una postura intelectual que paulatinamente ha ido avanzando entre los intelectuales de la izquierda latinoamericana. El caso mas representativo es el del portugués Boaventura de Souza Santos, el principal impulsor de la justicia intercultural. Él propone que las comunidades indígenas tengan un sistema de administración de justicia separado que se fundamente en sus prácticas tradicionales. Afirma que las epistemologías dependen de las culturas y defiende las “Epistemologías del Sur” que considera que los conocimientos tradicionales indígenas tienen la misma validez que el conocimiento científico y que pensar lo contrario es ejercer “racismo epistémico” contra los indígenas.
Posmodernos, Pre-modernos y Minería.
Para la izquierda posmoderna, la hostilidad hacia la minería se deriva con facilidad de su ideología. Desde su punto de vista la minería moderna, en especial aquella a gran escala, merece rechazo por múltiples motivos, pues activa varios de los ejes de opresión que disparan su indignación moral:
- La minería moderna de gran escala, implica modificaciones significativas en un entorno natural que se considera de valor intrínseco. Es una violación de los “derechos de la naturaleza” mas allá de sus efectos sobre el bienestar de las personas.
- Afecta el estilo de vida de las poblaciones tradicionales, destruye las “semillas de utopías”. Integra en el capitalismo a poblaciones que ellos consideraban que tienen un estilo de vida alternativo y moralmente superior al materialismo neoliberal.
- Genera ingresos fiscales que permiten disimular las limitaciones del capitalismo extractivo. Con ello, se impide la toma de conciencia sobre la “crisis de régimen” y evita la movilización social para impulsar una sociedad basada en el “buen vivir”.
- La minería tiende a dar más trabajo a hombres que a mujeres, por ello se considera que incrementa el poder relativo de los hombres al interior de las familias, consolidando las prácticas patriarcales.
- Se encuentra asociada a conflictos sociales (que los posmodernos impulsan y fomentan). Los enfrentamientos con las fuerzas del orden representan, para ellos, violencia estructural destinada a despojar a las poblaciones de sus territorios.
Para los sectores pre-modernos rurales la minería moderna también implica un conjunto de amenazas (reales o no) que despiertan temores e incentivan a la movilización social:
- La minería cambia la estructura del poder tradicional. Las élites tradicionales se sienten relativamente desplazadas por los sectores económicos asociados a la minería, pero mantienen su arraigo social y su capacidad discursiva, permitiendo que se vuelvan importantes líderes de opinión en sus comunidades.
- Las operaciones mineras perturban el estilo de vida tradicional: numerosos hombres solteros con ingresos, vías de comunicación modernas, la monetización de la economía, la creación de bares y burdeles, un menor respeto de los jóvenes a los mayores, e incremento del crimen. Todos estos cambios son normales en un proceso de urbanización, pero en las áreas mineras se dan en forma muy acelerada.
- La llegada de la modernidad implica un proceso de descalificación de los saberes tradicionales. La medicina moderna descalifica la practicas de los curanderos locales. Se incentiva a las mujeres a dar a luz en instituciones médicas y no con parteras. Los ingenieros de la mina afirman que el agua surge principalmente de la lluvia y no emerge de las montañas, o que se puede saber si el agua esta contaminada mediante test químicos. Muchos sienten que hay un desprecio hacia el conocimiento tradicional cuyo manejo implicaba prestigio al interior de su grupo social.
- La minería crea nuevas rutas de capitalización que, en poco tiempo, genera toda una capa de nuevos ricos, descalificando las actividades tradicionales que antes eran referencia de prestigio. Esos ejemplos de éxito se vuelven referentes para las nuevas generaciones, precipitando el cambio cultural local.
La Convergencia Pre y Posmoderna del Pensamiento Anti-minero.
El accionar anti-minero alinea a los sectores pre-modernos y posmodernos. Los sectores pre-modernos sirven como masa en las movilizaciones en contra de la inversión minera y los posmodernos brindan soporte discursivo y mediático a los manifestantes justificando su accionar ante la sociedad.
Los posmodernos despliegan campañas de revalorización de las practicas pre-científicas, como en el artículo de Lampadia Oscurantismo Pos-Extractivista[vi]. ONGs anti-mineras como Grufides, Cooperaccion, Servindi y PDTG fomentan el uso de la orina como medicina y la atención por parteras, o que se puede utilizar la posición del nido de los pájaros para pronosticar el clima del próximo año. Ello sin contar la falacia máxima de los anti-mineros, el mito de las cabeceras de cuenca, que hace sinergia con la creencia sobre el origen subterráneo del agua, y presentan la creencia en animales “señaleros” como indicador de contaminación como “otros saberes”.
Por un lado, los pre-modernos tienen creencias pre-científicas que dificultan la comprensión de los avances técnicos de las operaciones mineras en el cuidado ambiental, mientras que los posmodernos promueven el uso extremo del principio precautorio. En múltiples ocasiones Marco Arana ha afirmado que un reservorio jamás podrá reemplazar a una laguna, puesto que seria como “cortarse un brazo para ponerse una prótesis” o que “el hombre no puede reemplazar lo que Dios ha creado”.
Los argumentos basados en la ciencia son descalificados atacando al mensajero del argumento (“trabajó para empresas mineras”) o considerando que es discriminación creer a ingenieros occidentales y no a quienes tienen siglos de conexión con sus territorios. La penetración de lo pre-moderno incluye a lo programático. Ello se percibe en “Nueva Minería Exige Debate Nacional”[vii] firmado por las principales fuerzas políticas de izquierda en el país. (La propuesta del pos-extractivismo hecha a Humala). En ese documento se afirma: “Asegurar la participación de las poblaciones y la incorporación de los saberes locales en los procesos de zonificación y ordenamiento territorial…” Es decir, el uso de creencias pre-científicas en la determinación de zonas de exclusión para actividades extractivas.
La izquierda posmoderna prefiere relativizar los casos en los que los sectores pre-modernos tienen patrones de conducta que atentan contra los valores defendidos públicamente por dicha izquierda. Evitan comentar las golpizas por parte de rondas urbanas a trabajadoras sexuales, la represión violenta de la disidencia al interior de las comunidades, la realización de sexo con menores de edad por parte de los “apus” tribales, expulsión de las minorías sexuales de las comunidades, etc. Para la izquierda posmoderna, denunciar estos actos implicaría enfrentarse a los grupos oprimidos que ellos afirman defender de los grupos hegemónicos.
Conclusión.
Se está dando una batalla contra la modernidad por parte de dos sectores de la sociedad, los pre-modernos y los posmodernos. El foco de este ataque es la concepción respecto a qué es conocimiento válido y cómo se construye esta validez (la epistemología). En el primer mundo los sectores pre-modernos se articulan políticamente en la derecha y los posmodernos en la izquierda del espectro político. En el Perú, el sector indígena constituye el polo pre-moderno, haciendo que los dos polos conceptuales estén en el campo de la izquierda. El activismo anti-minero es el área en la que esta convergencia se hace más evidente.
Los sectores pre-modernos brindan a los posmodernos la masa de gente que se puede movilizar contra sus enemigos ideológicos y la gran minería transnacional. También permiten a los posmodernos presentarse como defensores de un sector oprimido. Ello es importante para construir prestigio social y para facilitar el acceso a recursos de la cooperación internacional. El activismo de los sectores pre-modernos (campesinos e indígenas) alimenta la esperanza de que existen alternativas al capitalismo de mercado y que hay sectores sociales que aspiran estructurar su estilo de vida según modalidades comunitarias pre-modernas.
Los sectores pre-modernos reciben presencia mediática para la difusión de sus causas, soporte discursivo que permite generar empatía con la opinión pública urbana, y soporte técnico y legal en apoyo de sus movilizaciones. Como se puede apreciar, los criterios que fundamentan la convergencia de los pre-modernos son más pragmáticos que en el caso de los posmodernos.
El futuro del bienestar de la población peruana va depender de los resultados de ese conflicto con los enemigos de la modernidad. Sin embargo, en la sociedad peruana, son pocos los que tienen clara la necesidad de defender los principios de la Ilustración, la minería moderna y el libre mercado. Lampadia
[i] Disponible en ingles en: https://areomagazine.com/2017/08/22/a-manifesto-against-the-enemies-of-modernity/
[ii] Regressive Right: Se compone de los aspectos más negativos de las opiniones políticas de extrema derecha, menosprecia el pensamiento crítico en favor del pensamiento dogmático.
[iii] Las islas epistémicas son áres cognitivas cerradas con sistemas de creencias y de métodos para conocer distintos del resto de la sociedad.
[iv] Élite intelectual del sector.
[v] La calificación de materialista a la modernidad busca descalificar el bienestar que trae la modernidad para ofrecer otra forma de entender lo que es calidad de vida.