La democracia más grande del planeta acaba de elegir a su nuevo primer ministro, el nacionalista hindú, Neranda Modi. En un proceso de cinco semanas, 813 millones fueron a las urnas, con un record de participación del 66%. La segunda mayor población del planeta y la novena economía mundial optaron por un candidato que promete impulsar el crecimiento con una política pro mercado para disminuir la pobreza e incrementar el bienestar. De tener éxito y volver a retomar sus tasas de crecimiento (8% anual), este gigante puede convertirse en otro motor de la economía global.
El carismático Modi ha prometido regresar a un crecimiento económico alto, diciendo que debe haber: “no red tape, only red carpet” (nada de trabas, solo alfombra roja) para los inversionistas. Ver: Brahma Chellaney de Project Syndicate.
Tras lograr una aplastante victoria en las elecciones, Neranda Modi (líder del partido nacionalista hindú Bharatiya Janata Party –BJP-), se dirigió a la casa de su madre. Allí, se inclinó ante ella con respeto y esperó su bendición. Inmediatamente después, tuiteó: «India ha ganado. Buenos tiempos nos esperan».
Ambos gestos dan una idea bastante cercana de quien es Modi, el recientemente electo primer ministro. Es un hombre que reverencia las tradiciones religiosas y culturales de su nación, pero que, a la vez, es consciente del poder de las nuevas tecnologías.
Bajo el lema “I MODIfied India” (un evidente juego de palabras), Modi ha liderado una marea ciudadana que clamaba por un cambio. El tsunami electoral que se ha producido ha barrido con la tradición política del Subcontinente al imponerse a los Gandhi, la dinastía que ha gobernado al país desde su independencia (1947) con tan solo un par de intervalos. Nunca esta familia, como señala El País “había tenido tan poco poder: 44 escaños [el BJP obtuvo 278 de los 543 que existen]”.
Como sugiere el corresponsal de la BBC, Soutik Biswas, una nueva idea política parece surgir en la India. Una que tiene como base el nacionalismo indio y las ideas pro economía de libre mercado, pero con un arrastre popular gigantesco y que paradójicamente, no se veía desde los tiempos de la primera ministra Indira Gandhi.
Mucho tienen que ver en este fenómeno la desaceleración de la economía (en los tres últimos años cayó el crecimiento de 8% a 5%), la inflación (lleva seis años promediando alrededor del 10%) y los escándalos de corrupción del gobierno anterior.
“Que Modi ganara con tanta contundencia es una clara indicación de que la gente quería un cambio. Los indios cada vez tienen mayores aspiraciones económicas y querían un líder más firme”, explica Sanjay Kumar, especialista de El País.
Lo que estaba entre bambalinas en estos comicios era el viejo debate sobre qué debe primar, ¿redistribución o crecimiento? Un debate que se da también aquí en el Perú. Según el analista internacional Ian Vásquez, se enfrentaban dos concepciones sobre el manejo económico. Ambas esgrimidas por los “dos economistas más destacados [en] la India –el premio Nobel Amartya Sen y el profesor Jagdish Bhagwati de la Universidad de Columbia– [quienes] por muchos años han estado discutiendo, a veces de manera acalorada, los méritos de las dos estrategias. Sen favorece un aumento en la redistribución afirmando que, si bien es importante el crecimiento, no ha sido suficiente como para reducir significativamente la pobreza. Bhagwati no se cansa de decir que el crecimiento es lo que más importa, que sus logros han sido enormes, y que si se siguen las recomendaciones de Sen, no solo se logrará menos crecimiento sino también un desarrollo humano por debajo de lo que los dos economistas anhelan”. Idéntica discusión a la planteada por Lula a García, en la que el primero pierde por goleada.
Los resultados electorales, como señalaba Vásquez parecen haberle dado la razón a Bhagwati, pues Modi cree firmemente en ellos, mientras que “el Partido del Congreso [de la familia Gandhi], que ha estado en el poder por una década, se alineó con los argumentos de Sen, fortaleciendo y agrandando los programas asistenciales. El gobierno tomó por sentado el alto crecimiento –producto de las grandes reformas económicas que empezaron a inicios de los noventa–. Curiosamente, el partido gobernante no celebró la caída de la pobreza durante su administración [de 37 en el 2005 al 22% el 2013]; más bien cuestionó, sin sustento, la validez de los datos. (Al final de cuentas, ¿cómo se puede justificar el asistencialismo masivo con un porcentaje cada vez menor de pobres?)”.
El Partido del Congreso ha pagado caro por seguir estas recetas, que como bien se sabe aquí y especialmente en Brasil, frenan el crecimiento, generan inflación y evaporan la confianza de los ciudadanos. Así parecen haberlo entendido y aceptado los hindús que ahora siguen a Modi, un hombre que empezó como vendedor de té en una central ferroviaria y luego en la política tuvo una carrera exitosa (no exenta de serios cuestionamientos, como la de tolerar una masacre de musulmanes), que lo ha llevado a la primera magistratura.
La administración de Modi en el estado de Gujarat fue ejemplar en lo económico y social. Es el estado con mayor libertad económica de la India. “Del 2005 al 2012 el crecimiento ha promediado un 10%, por encima de casi todos los demás estados. El progreso social respecto a alfabetismo, mortalidad infantil, nutrición, etc. también ha estado por encima del promedio nacional. La infraestructura es quizá la mejor del país, y el crecimiento agrícola ha sido el más alto”, recuerda Vásquez.
Lo cierto es que una nueva idea de cómo deben hacerse las cosas en el plano económico parece instalarse en la India y sus repercusiones seguramente se sentirán en el Perú. Una aceleración de su ritmo de crecimiento puede ser enormemente favorable para nuestra economía, así como la global. El Perú está negociando un TLC con el subcontinente por lo que nos podríamos beneficiar rápidamente de una apertura comercial con esta nación, después de todo es la principal compradora de oro y plata. La India, además podría sernos de gran ayuda para desarrollar una industria tecnológica (son de los primeros en elaboración de software) y su experiencia en infraestructuras gigantescas también podría ser útil, ni que decir si se interesan en invertir en proyectos mineros. Lampadia