EDITORIAL DE LAMPADIA
Los circuitos de corrupción empresarial y política organizados por el PT de Lula da Silva, Petrobras y Odebrecht más otras empresas constructoras brasileñas, han llegado a niveles insoportables para una sociedad que debe ir hacia la formación de instituciones sólidas y transparentes.
Ya hemos explicado como estos esquemas tenían dos avenidas básicas, la económica, que buscaba el enriquecimiento ilícito de políticos, burócratas, empresarios y clientes de las obras de infraestructuras; y la política, que buscaba la entronización del PT y Lula, como los referentes de la política de la región, financiando a los políticos y partidos de izquierda, desde Cuba y Nicaragua hasta Argentina, pasando por Venezuela, Ecuador, Bolivia y Perú.
Fuente: www.ecoticias.com
Es evidente que esta situación establece una crisis muy profunda y compleja de manejar en el Perú. Es claro que hay que cortar la enfermedad de raíz, pero no podemos matar al paciente: nuestra economía. Los daños de la enfermedad se propagan por una serie de vericuetos que habrá que dilucidar, pero hay muchos inocentes que rescatar.
- Entre ellos el personal peruano de las empresas brasileñas en el Perú, que han mostrado niveles de profesionalismo muy depurados y que, en su inmensa mayoría, no tienen nada que ver con las expresiones de corrupción.
- Muchos funcionarios públicos de segundo nivel, que tampoco estarían involucrados en los malos manejos.
- Las mismas obras que, desarrolladas o en desarrollo, son necesarias para seguir construyendo y otorgando mejores servicios a los ciudadanos.
- Las empresas y profesionales peruanos que pueden haber estado vinculados comercialmente a los corruptos, pero no necesariamente a los actos de corrupción.
Esto configura una situación muy difícil de manejar. Hay que separar la paja del trigo y, para ello, se necesita enfrentar esta crisis con mucha seriedad, sin cacería de brujas, que nos pueda llevar a apuntar a elementos ‘distractivos’ o ‘scape goats’, en lugar de los peces gordos.
En nuestra opinión, en vez de jugar a la ‘gallinita ciega’, una delicia para los medios irresponsables, debemos empezar a tomar medidas drásticas alrededor de la mata de corrupción, por ejemplo: por necesidad moral de la República, el gobierno debe intervenir las empresas brasileñas involucradas en la acusación del Departamento de Justicia de Estados Unidos, que ha singularizado a corruptos y corruptores.
Esperamos que el gobierno actué con firmeza y rigor, que muestre a la ciudadanía un compromiso absoluto de llegar a las últimas consecuencias. ¿Qué mejor manera de hacerlo, que vigilando la gestión de dichas empresas desde adentro? Cuidando así de evitar daños colaterales, pero evitando tambipen que todas las acciones de las empresas estén dirigidas a cautelar el mejor interés nacional, y no a salvaguardar los intereses de los corruptos.
De esta manera se puede dejar el tiempo y espacio para que los procesos judiciales, que deben ser lo más sumarios posibles, puedan ejercerse con seriedad.
Por supuesto, el objetivo final de todo el proceso tiene que ser la salud institucional, la limpieza de la gestión del Estado, la eliminación de estas empresas de nuestro territorio y el enjuiciamiento de los peces gordos que propiciaron este desmadre en el Perú. Lampadia