Hace pocos días publicamos nuestra nota: Otra vez La Parada (esta vez en la inversión), en la que advertimos que, lamentablemente, la economía peruana estaba bajando su ritmo de crecimiento. Tal situación se debe en gran medida a que la inversión privada (que entre el 2010 y el 2012 se expandía a tasas que superaban el 15% anual), en el 2013 creció apenas 3.9% y el último trimestre de dicho año, se incrementó un raquítico 0.5%.
Sobre las razones de este “frenazo” se ha escrito varias veces. Para entenderlo, no pueden dejar de mencionarse: la pérdida de confianza en el futuro de la economía, tanto por las fuerzas externas, como las internas. En los últimos tiempos se ha producido un desorden interno casi generalizado. Al ciudadano de a pie y al inversionista, le resulta difícil saber hacia dónde vamos. Es indudable que la disminución del precio de los commodities, ha jugado un rol muy importante, pero tenemos que reconocer, que cuando todavía no habían bajado se desató una campaña anti-minera, que detuvo una serie de proyectos.
Peor aún, el primer gabinete del Presidente Ollanta Humala, presidido por Salomón Lerner Ghitis, “oficializó” el discurso anti-minero. Manejó muy mal el proyecto de Conga, que tenía en regla todos los requisitos legales y sociales, dejando tomar la iniciativa revoltosa a un presidente regional que tiene una agenda política radical. Por supuesto que el señor Lerner no es culpable del todo. Su error fundamental radicó en hacer eco del discurso anti-minero que consiste en: subir los impuestos, tildar de contaminante a esta industria y hacerla ver como sedienta de agua. Faltó perspectiva de análisis y un liderazgo educador, o sobró el basamento de una agenda política que entonces se desconocía.
El mismo Premier, suspendió el otorgamiento de nuevas concesiones en Apurímac y forzó una negociación con el sector privado para subir la carga tributaria. Eliminó el Aporte Voluntario, cuya aplicación se coordinaba con las autoridades locales y las propias empresas, para reemplazarlo por un nocivo impuesto a las sobreganancias del sector, que quedaría en manos del gobierno central. Este impuesto llevó la carga total del sector, hasta el 50% de la utilidad gravable. Desde entonces, el gobierno se ha puesto de espaldas a la minería, abandonándola a su suerte. Así es que teniendo un gran potencial de desarrollo, a pesar de la reducción de precios, es pertinente decir que el menor ritmo de inversión puede deberse en mayor medida a los factores internos, que a los externos.
¿Por qué tanta monserga con la minería, si estamos hablando de la parálisis de la inversión en general? Porque el principal motor de la economía desde hace unos 20 años ha sido la inversión privada, y su principal componente, la inversión minera.
Entonces, si queremos reactivar la economía, debiéramos entender que tenemos que recuperar un mayor ritmo de inversión. Y, nos guste o no, eso pasa por promover, con urgencia y sentido de importancia, la inversión minera.
Pero a un sector del país parece no agradarle que se ponga en marcha esta iniciativa. ¿Cómo podemos arreglar este gran inconveniente? Pues con lo único que se puede hacer para conducir un país: con liderazgo. No se trata de hacer campañas publicitarias, se trata de que gobierno y empresa se comuniquen con la población para explicar las relaciones causa-efecto de lo avanzado en los últimos años, no más negacionismo. Se trata de explicar cómo invirtiendo en minería podemos generar un importante crecimiento en el sector industrial, construcción, transporte, servicios portuarios, etc. También se trata de exponer que el Perú está atrasado en su desarrollo minero, que haciendo más minería podemos compensar la caída de los precios y mantener los recursos fiscales que necesitan las regiones y el gobierno central para cerrar las brechas sociales y económicas (educación, salud, instituciones, infraestructuras, ciencia y tecnología y superación de la pobreza), que hemos acumulado en las décadas perdidas (60, 70 y 80).
Es evidente que no solo debemos promover la inversión en minería, pero ese motor nos ayudará a encender muchos más. Por otro lado, como explicamos en: Paul Krugman rompe mitos, y Piñera, Calderón, Krugman, industrialización y diversificación, no solo se trata de industrializarnos y de diversificar nuestra economía sobre la base de la minería y los demás recursos naturales, pero es un excelente trampolín, para dar un primer gran salto en la dirección del desarrollo integral e inclusivo. Lampadia