La multiplicación de los peces puede haber sonado milagrosa hace unas décadas, pero hoy en día sabemos que es posible. Se llama acuicultura y es una perfecta solución a muchos de los problemas a los que se enfrenta la sociedad hoy en día, si es que se tiene la voluntad para abordarla realmente. Lamentablemente poco o nada se ha hecho en el Perú para aprovechar esta brillante oportunidad que se nos presenta.
No olvidemos que la pesca tradicional se aplica a un recurso renovable, pero cuya tasa de extracción tiene un límite para asegurar que año tras año la biomasa no se reduzca. Es decir, cuánto pescamos depende en buena medida de las inversiones que hagamos en mejores equipos y en procesos más eficientes, pero al final tendrá siempre el límite que nos impone la naturaleza y el clima. Esto es algo que debe ser regulado y supervisado estrictamente a menos que queramos que se repita el descalabro de la producción pesquera de la década de los setenta, durante la dictadura militar.
La dependencia de la pesca tradicional de variables ambientales la hace relativamente difícil de predecir al largo plazo. Ni qué decir de los elementos políticos: recientemente hemos visto cómo el Ministerio de la Producción prefiere jugar a quedar políticamente bien con todos, en vez de ordenar el sector siguiendo las recomendaciones de técnicos y analistas, lo que agrega una mayor incertidumbre.
El pescado es un alimento privilegiado, es una proteína de buena calidad y se le considera el alimento más importante del futuro. Para el año 2050 vamos a tener que alimentar a 12 mil millones de personas en el mundo.Si no nos ponemos las pilas desde ahora para producir comida de nuevas y más eficientes maneras, tendremos un grave problema. Según el artículo “Cómo criar mejores peces” de Joel K. Bourne Jr., publicado en National Geographic de junio del 2014, en la actualidad en el planeta se producen más peces de granja (acuicultura) que carne de res, que se reputa como una de las fuentes más importantes de desertificación y de emisión del gas metano (equivalente a 20 veces una parte de CO2), si no se procesan los desechos. En el Perú estamos muy lejos de alcanzar estas proporciones básicamente porque no reconocemos su potencial.
Para Bourne un detalle importante es que el cultivo de pescado es más eficiente, en el sentido en el que la res, el cerdo y el pollo requieren consumir más kilogramo de comida por kilogramo generado. Esto lo hace más conveniente en términos ambientales. De hecho, Eduardo Ponce comenta que un kilogramo de pescado requiere apenas un kilogramo de comida, mientras que uno de cerdo requiere 3 kilogramos de comida y uno de res requiere 7 kilogramos de comida. Por eso –además del dato adicional de que los alimentos marinos tienen una elevada concentración de Omega 3– no debe sorprender que en los 80 haya habido un boom de cultivo de langostinos, salmón y tilapia, lo que ha llevado a que la piscicultura haya crecido 15 veces. El resultado hoy en día es que ha superado a la carne de vacuno por más de 70 millones de toneladas anuales (Ver Gran desafío en el Pacífico Sur).
Por todo esto la importancia de la acuicultura a nivel mundial ha estado creciendo. En 1950, apenas 3% de la producción mundial pesquera era criada. Para el 2011, el 47% fue criado. Esto se debe básicamente a que a partir de 1970 la captura de peces se ha ido estancando, mientras que el volumen generado por acuicultura crece cada vez más.
Con toda esta información a la mano, cualquiera diría que se han tomado acciones concretas para promover la inversión en esta actividad. No obstante, en el Perú esto aún está en pañales. En las últimas décadas la tecnología ha avanzado mucho en solucionar los problemas que la acuicultura tenía. Desde la alimentación para los peces cultivados hasta la reducción de epidemias. Tal vez el desarrollo más notorio del país es el de la producción de paiche en Yurimaguas por parte del Grupo Hochschild.
Recién a inicios de este año (2014) el gobierno se ha comenzado a elaborar un programa de desarrollo de la actividad acuícola en el Perú. Hasta entonces existían esfuerzos poco integrados de distintas entidades. En ese sentido, el Ministerio de la Producción estima que el país necesita una inversión de US$118 millones para cerrar lo que denominan brecha en acuicultura, que incluye la investigación y el desarrollo para ponernos al nivel de Chile, un país que sobresale a nivel mundial por esta industria.
En el pasado más cercano ciertamente el Perú ha visto crecer su producción acuícola. En el 2013 produjo 105 toneladas, 45% más de lo producido en el 2012. De esta cifra, el 72% fue cultivado en el mar y el 28% en el continente. Es crucial que este crecimiento continúe.
Nuestro potencial para la producción acuícola se encuentra en el mar, en las cochas de la sierra y en los ríos de la selva. Además, tenemos los insumos principales, la harina y aceite de pescado, la demanda global no tiene límites, pero para que el sector privado desarrolle esta nueva industria se necesita un ambiente de inversión que, lamentablemente, le ha sido adverso, impredecible y hasta hostil en el ministerio que lo regula. Ninguna instancia gubernamental ha identificado o apoyado la incipiente producción de paiche, tilapia o lenguado. Ojalá Produce aprenda a balancear los intereses de la pesca artesanal con el desarrollo de una gran industria de producción acuícola sin cometer los mismos errores y daños que originó el cuestionado Decreto Supremo 005-2012-PRODUCE. Lampadia