Mientras el mundo sale lentamente de una de las mayores crisis económica y financiera de su historia moderna, en el Perú, paradójicamente, se viene registrando un fenómeno inverso, los analistas, instituciones financieras, y el propio gobierno ha venido reajustando a la baja sus proyecciones de crecimiento durante todo el año. El Banco Central de Reserva del Perú (BCRP) publicó en noviembre pasado la encuesta de expectativas de crecimiento del PBI, esta mantuvo su tendencia negativa, cayendo a 5.0%, muy lejana al 6.0% estimado en noviembre del 2012, es decir en 12 meses se perdió 1 punto porcentual de crecimiento, lo que representa S/. 5,400 millones menos de producción y una pérdida de cerca de S/. 1,200 millones en recaudación para el fisco. Esto equivale a la suma de los presupuestospara 2013 de los pliegos de Trabajo, Turismo, Producción y Relaciones Exteriores o al presupuesto anual de regiones como Ayacucho, Ica, Lambayeque o la provincia constitucional del Callao en conjunto. Si proyectamos esta cifra para los próximos cinco años, la pérdida en recaudación sumaría S/. 32,700 millones. Pese a ello, el gobierno mantiene la economía en piloto automático, olvidando que siempre hay que estar atento al calor del horno de la locomotora, porque si se enfría, calentarla es muy costoso.
En una reciente publicación, Hugo Santa María calcula que el impacto de caer un punto porcentual en el crecimiento, implicaría que los próximos cinco años tengamos 140 mil empleos menos, 160 mil familias de zonas urbanas no entrarían a la clase media, y que el sector privado dejaría de invertir US$ 27 mil millones, equivalentes a seis proyectos Conga.
No nos olvidemos, que a diferencia de lo que dicen los economistas de la izquierda, uno de los motores más importantes del reciente crecimiento de nuestra economía, ha sido la inversión (privada en un 80 a 85%), que se ha dinamizado de tal manera, que ha alcanzado al 28% del PBI (US$ 53,000 millones por año), de un producto que se ha multiplicado por cinco veces y media en los últimos veinte años.
La inversión viene cayendo, pasamos de una tasa de crecimiento de 26% entre 2006-2008 a un estancamiento de 10% entre 2011-2012, y más alarmante aún, cayendo en 2013 a un promedio de crecimiento de 7%. Se debería comenzar por implementar medidas para recuperar un mejor nivel de inversión. Es decir debemos mejorar las expectativas del sector privado, golpeadas según el índice de confianza empresarial, que ha caído 10 puntos en el 2013.
Como parte de la agenda pendiente, en Lampadia pensamos que se deben priorizar cinco grandes proyectos de inversión de alto impacto para el país. Por ejemplo, podría comprometerse con dinamizar los proyectos de Conga, Tía María, el Gasoducto del Sur, la Longitudinal de la Sierra y el Túnel Trasandino.
Otra forma complementaria para acelerar la economía es a través del sector construcción, cuyos efectos de encadenamiento son ampliamente conocidos. Los temores de burbujas inmobiliarias son infundados en el Perú, pues el déficit habitacional es aun enormeen los segmentos populares y la cartera de créditos hipotecarios en los bancos es aun pequeña.
En promedio, el crecimiento del Perú en los últimos 20 años fue de 5.2%, incluyendo la crisis de 1998 (crisis asiática), la de 2001 (burbuja punto com) y la más reciente del 2008 (iniciada por la quiebra de Lehman Brothers). Mientras que en la última década, excluyendo el 2009, crecimos un promedio de 7%. Por lo tanto un crecimiento de 5%, por debajo de su crecimiento potencial (6%), es muy preocupante y su impacto en el largo plazo es dramático para los más pobres, para ellos, hace toda la diferencia.
En 2012 el PBI per cápita fue de US$ 6,525, sin embargo la historia pudo haber sido muy diferente, si hubiéramos crecido a una tasa de 7% los últimos 40 años, tendríamos un nivel de ingresos similar al de Corea del Sur (US$ 22,600). El costo de la caída de cada punto porcentual en el PBI en el crecimiento de largo plazo, es tremendo, para apreciarlo, retrocedamos al año 1975. Si desde 1975 hasta el 2012 hubiéramos crecido a una tasa de 2% anual, hoy contaríamos con un PBI per cápita 30% menor al actual (a precios de 1994). Si incrementamos la tasa un punto adicional a 3%, alcanzaríamos el mismo nivel de ingresos de realizados en 2012, mientras que con una tasa de 7% tendríamos un ingreso más de 4 veces superior, este número mágico de 7% duplica el PBI en una década. Exageramos un poco el al mirar hacia atrás, para remarcar los impactos de no tomar con seriedad la caída de un punto porcentual en el crecimiento, imaginemos un país donde todos contamos con ingreso cuatro veces superior!
El escenario previo muestra una tasa de 7%; el PBI potencial es al menos de 6%, sin embargo con las medidas adecuadas podemos elevar ese límite teórico de crecimiento. Por lo que este simple hecho ya debería haber despertado las alarmas de Palacio de Gobierno y el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF). Es pues hora de ensuciarse un poco el overol y tomar las medidas necesarias para mantener el horno a todo carbón. Lampadia