Dos de los países más ricos del continente, Argentina y Venezuela, están viviendo una grave crisis económica. Ambos han abrazado un modelo heterodoxo. Una receta que en reiteradas oportunidades ha demostrado su fracaso y que conduce inexorablemente a una elevada inflación, bancarrota fiscal y crecimiento de la deuda. Aún así, en estos países se aferran a las ideas muertas usando como pretexto el populismo y la falacia de la redistribución del ingreso. Excusas que emplean para mantenerse en el poder mediante el clientelismo, mientras las dirigencias, absolutamente corrompidas, saquean al país.
Las políticas y discursos populistas, arropadas en promesas redistributivas, están llevando al fracaso económico a Argentina y Venezuela. Para cumplir con en el sueño de opio de la redistribución, ambos países aplicaron una serie de medidas económicas heterodoxas que incluyen: la expansión del gasto del gobierno, el control de precios y medidas proteccionistas a la industria nacional. Olvidando claro está, que estas acciones generan inflación, déficit fiscal, restricciones externas y la reacción de los agentes económicos ante políticas contrarias al libre mercado.
El empleo de estos modelos potencia el crecimiento de la corrupción. Más aún si viene aparejado del control de los otros poderes del Estado: Congreso, Sistema Judicial y Electoral, se acalla a las voces disidentes y se persigue a la oposición. El manejo económico, entonces se hace cada vez más opaco para favorecer los actos corruptos y, como la productividad decae, la generación de riqueza disminuye o desaparece, el gobierno tiene cada vez menos recursos para mantenerse en el poder.
Eso es la paradoja de Argentina y Venezuela, dos países inmensamente ricos han visto caer su productividad y a la vez han esfumado sus reservas. Todo debido a políticas conocidamente erradas.
El populismo económico tiene un libreto conocido:
1) Se impulsan medidas de redistribución del ingreso a través de una expansión del gasto del gobierno.
Inicialmente, las medidas impulsan la economía, pero bajo el costo de elevados déficit fiscales. Adicionalmente se practican medidas proteccionistas (por ejemplo aranceles elevados) para impulsar la industria local.
2) La inflación no tarda en aparecer.
En Argentina el crecimiento de los precios quiso ser ocultado por el gobierno alterando las cifras oficiales; ante ello, el sector privado publica una medición alternativa, muy superior a las cifras oficiales. Mientras que Venezuela registra hoy la inflación más elevada de la región.
3) La inflación resultante del déficit fiscal se trata de lidiar a través de controles de precios.
Estas políticas heterodoxas ahora son aplicadas en Venezuela, donde la gasolina está subsidiada y en Argentina el precio de algunos servicios públicos también lo están.
4) Se vuelve difícil financiar los déficits fiscales y cada vez es más caro emitir deuda externa.
En 2001 Argentina entra en moratoria de su deuda externa, agobiado por falta de divisas. Hoy La deuda de venezolana es 3 veces más cara que el promedio regional, mientras que la argentina cuesta el doble.
5) Tipos de cambios fijos no pueden ser defendidos y se evaporan las reservas internacionales
El modelo genera cuellos de botella (falta de reservas, aumento del déficit fiscal, elevación de la brecha externa). Al estar muy contralada la economía, hace que el ingreso de divisas se realice casi exclusivamente a través de las exportaciones. Una caída en el precio de los productos exportados genera escasez de divisas para financiar las importaciones. Los tipos de cambios fijos no pueden ser defendidos por el Banco Central que dilapida las reservas internacionales. La devaluación de la moneda es inminente.
6) Escases de productos
Algunos productos importados empiezan escasea. Las fábricas no pueden producir porque no pueden importar insumos. La inflación hace que las personas empiecen a acapara productos para protegerse del alza de precios.
¿Cuál es el final de esta novela?
La elevada inflación y la reducción del crecimiento provocan la caída del salario real, es el fin de la luna de miel y el ingreso a los círculos del Infierno de Dante de la economía. Ante esta situación el gobierno debe realizar ajustes, los cuales no suelen ser graduales, siendo el caso más evidente el de la inflación (en el Perú recordados como paquetazos). Los precios subsidiados y controlados deben elevarse en más de 100%, en algunos casos. Estas medidas afectan principalmente a la población pobre, y de salarios bajos. Ello reúne los ingredientes adecuados para el inicio de la inestabilidad social, huelgas generales, y protestas masivas en las calles.
La lección aprendida
En el Perú ya vivimos todo tipo de experimentos económicos generados por un pensamiento de izquierda, que niega el poder del mercado como asignador de precios, y minimiza las consecuencias de elevados déficit fiscales y una inflación fuera de control. Hoy contamos con una de las menores inflaciones del planeta, y las finanzas públicas están controladas, mientras que el Estado se dedica a regular algunos mercados. Nuestros políticos parecen haber aprendido muy bien esta lección. En Venezuela, el control ideológico dirigido desde Cuba, y el empleo de frases hechas como el “Socialismo del siglo XXI” inventada por el asesor de Hugo Chávez, Heinz Dieterich, no han hecho más que empobrecer a un pueblo muy rico. La idea de un país utópico sin una dosis de realidad, es una condena al retraso. Esperemos que las cosas cambien pronto. Lampadia