El viernes pasado el Banco Central de Reserva informó que estimaba que el crecimiento en agosto fue entre 6% y 6,5%. Especialmente en medio de la crisis internacional, esta, sin duda, es una buena noticia. Pero hay dos reformas en las que hemos insistido varias veces en este editorial que permitirían que la velocidad de nuestro desarrollo aumente y posibilitarían que un número mayor de nuestros compatriotas mejore significativamente sus condiciones de vida: el desarrollo de infraestructura y la remoción de las barreras que impiden hacer negocios.
El jueves pasado, por ejemplo, escribimos sobre la importancia de cerrar nuestra brecha de infraestructura (que el BID calcula en US$45.000), la cual impide que nuestras mercancías viajen más rápido, que las zonas alejadas tengan más oportunidades de concretar negocios que generen ingresos para sus habitantes, que las personas tengan posibilidades de acceder a una mayor oferta de servicios de salud y educativos, o que, en general, nos integremos más como país. Asimismo, el viernes, escribimos sobre cómo, según el Índice Global de Competitividad, el principal obstáculo que enfrenta una empresa para hacer negocios en el Perú es la burocracia y sobre las reformas que deberían implementarse para remover esta traba.
La tremenda importancia de solucionar estos dos problemas se ve reflejada en el “Ranking de las ciudades más vivibles del Perú”, recientemente publicado por “Perú Económico”. Este analiza las ciudades más pobladas de cada región para determinar cuáles son aquellas en las que se puede vivir mejor sobre la base de ocho indicadores: estabilidad política, desarrollo económico, actividad empresarial, calidad de vida, medio ambiente y desastres, infraestructura y conectividad, y, por último, nivel de seguridad y modernidad. El ranking ubica a Lima, Arequipa, Trujillo, Ilo y Chiclayo como las cinco ciudades (en ese orden) más “vivibles” en el Perú y coloca al fondo de la tabla a Huancavelica, Bagua, Pucallpa y Huánuco.
¿Cuáles son las principales características que tienen en común las ciudades en las que se vive peor? Pues precisamente falta de conectividad por ausencia de infraestructura y la ausencia de actividad empresarial (que en buena parte se explica por las barreras que establece el Estado).
Huancavelica y Bagua (las ciudades menos “vivibles”), por ejemplo, tienen las peores puntuaciones en los rubros que evalúan la calidad de la infraestructura vial, de agua y saneamiento, de electricidad y cobertura de telefonía. El ranking, además, resalta la falta de aeropuertos o vuelos comerciales a estas ciudades. Huánuco también se caracteriza, según este estudio, por tener una de las peores calificaciones en conectividad.
Por otro lado, las siete últimas ciudades del ranking solo lograron entre 1 y 2 puntos sobre 10 en el rubro actividad empresarial, que evalúa la cantidad de microempresas y pequeñas empresas que existen en la ciudad, así como el número de empresas top que se ubican en la misma. Esto era de esperarse, pues hay indicios de que en varias de esas ciudades es donde más barreras existen para la inversión. Por ejemplo, en el 2007 el IFC realizó un estudio que evaluaba las trabas para obtener licencias de funcionamiento impuestas por 65 gobiernos locales de distintos lugares de América Latina y el Caribe.
Mientras que Lima ocupaba el primer lugar, Cajamarca ocupaba el puesto 41, lo que muestra que en la primera ciudad la burocracia impone muchas menos trabas que en la segunda, por lo que no sorprende que Lima obtenga la segunda más alta calificación en el rubro actividad empresarial del ranking publicado por “Perú Económico”, mientras que Cajamarca obtiene la más baja. Otro ejemplo de este fenómeno es la ciudad de Pucallpa. El ranking de las ciudades más vivibles indica que su bajo puntaje en actividad empresarial se debe a que la mayor parte de los productos proviene del contrabando, el cual, como es conocido por todos, se produce cuando el costo de comerciar formalmente es demasiado alto.
Así, el ranking ofrece pruebas adicionales a las ya conocidas de que la deficiencia de infraestructura y las barreras burocráticas son dos de los principales obstáculos para mejorar la calidad de vida de la mayoría de peruanos. No nos dejemos engañar por quienes piensan lo contrario, pues, para muestra, sobran los botones.