El libre comercio, la más clara expresión de la globalización económica de las últimas décadas, produjo los grandes avances de la humanidad en términos de reducción de la pobreza y de la desigualdad global, la mortalidad infantil, el aumento de la esperanza de vida, la emergencia de una clase media global y el crecimiento de la población mundial al doble de lo que fue hace pocas décadas, con mejor calidad de vida, salud e ingresos.
Hoy solo falta que menos de mil millones de personas salgan de la pobreza, lo que se estima pueda suceder para el 2030.
Lamentablemente, los países más ricos como EEUU y los europeos, donde la globalización permitió la deslocalización del empleo a países emergentes, empezando por China, la crisis financiera del 2008/9 y la aparición de un neo populismo político, siendo Trump, su peor y más grande expresión, están macerando una reacción popular, aderezada por académicos poco rigurosos como Piketty, que podría estar llevando al planeta a regresar al proteccionismo regresivo de los años 60.
ALERTA GLOBAL: Si se llega a producir un retroceso de la apertura comercial por parte de los países más ricos, sus efectos en los países emergentes serían dramáticos. Esta situación es casi el peor evento económico posible que se puede imaginar y golpearía muy duramente a los países y poblaciones más pobres del mundo.
Afortunadamente, el Perú, casi por accidente, supo aprovechar la ventana de oportunidad que se produjo después del fracaso de la apertura comercial multilateral (bombardeada en buena medida por el proteccionista Brasil), para celebrar acuerdos comerciales bilaterales. Los famosos TLCs, que hoy cubren más del 90% de nuestro comercio internacional.
Estos acuerdos constituyen una sólida protección de nuestras relaciones comerciales que serán la visa para continuar exportando nuestros productos a todos los mercados globales. Otro aspecto que nos protege, es que hemos diversificado nuestro comercio exterior en proporciones parecidas con los tres grandes bloques económicos: EEUU, Europa y el Asia.
Ahora debemos prepararnos para defender el libre comercio en todos los foros internacionales y cuidar nuestros acuerdos de libre comercio.
Líneas abajo, compartimos las recientes reflexiones sobre los riesgos que enfrenta el comercio global, del Financial Times y de The Economist.
La política de EEUU está cerrando la puerta al libre comercio
Por Philip Stephens
Publicado en Financial Times
07 de abril de 2016
Traducido y glosado por Lampadia
Sin Estados Unidos, se perderá el ‘momentum’. El peligro será un deslizamiento hacia un proteccionismo abierto.
El resto del mundo debe estar alerta. Esto va más allá de unas emociones políticas agitadas por una carrera presidencial en EEUU. La fallida Ronda de Doha de la Organización Mundial del Comercio (OMC) trajo el final de la liberalización multilateral del comercio. El fracaso del TPP afectaría las alternativas de los grandes acuerdos plurilaterales. El libre comercio ha sido una poderosa fuente de prosperidad, pero ha perdido la legitimidad política. Y no sólo en los EEUU: los populistas europeos de la izquierda y la derecha comparten la disposición Trumpiana sobre las barricadas al comercio.
El libre comercio siempre ha creado perdedores, pero ahora parece que superan en número a los ganadores. No hay nada de populista en notar que la globalización ha visto al 1% superior agarrar una parte cada vez mayor de la riqueza de EEUU.
Los acuerdos de libre comercio solían ser sobre aranceles. Ahora se centran en normas reglamentarias y políticas, derechos de propiedad intelectual, privacidad de datos y protección de inversiones. Estos son asuntos que cortan profundamente las preferencias políticas y culturales.
El cálculo geopolítico también ha cambiado. Para las democracias avanzadas del mundo, la liberalización del comercio de la posguerra era evidentemente ‘ganar-ganar’. Era por su propio interés, pero también sirvió para generar un bienestar más amplio. La entrada de China en la OMC en 2001 cambió las cosas. Beijing se ha convertido en el mayor beneficiario del sistema de comercio abierto.
El libre comercio es bueno para el mundo – para los consumidores occidentales y para miles de millones de personas que están saliendo de la pobreza en economías emergentes. El peligro entonces será el de un deslizamiento gradual hacia atrás, hacia el proteccionismo abierto.
No hay una solución rápida. El tener un período sostenido de crecimiento y aumento de los ingresos ayudaría. También lo harían políticas proactivas para amortiguar el impacto de la liberalización en los perdedores. Los EEUU podrían empezar por el relanzamiento del programa de asistencia por los ajustes del comercio introducido a raíz del Tratado de Libre Comercio de América del Norte en 1993.
Pero la actual política con una clase media descontenta, exige una respuesta mucho más allá de tener mejores planes de reentrenamiento y programas de empleo. Mientras la globalización sea vista como un proyecto de las élites políticas y de los ricos, ésta llevará las semillas de su propia destrucción.
El libre comercio en América
La defensa del libre comercio es abrumadora. Pero los perdedores necesitan más ayuda
Publicado en The Economist
02 de abril de 2016
Traducido y glosado por Lampadia
La magnitud de las pérdidas de empleo no es sorprendente: la dinámica economía de los EEUU crea y destruye alrededor de 5 millones de puestos de trabajo cada mes. Sin embargo, unos recientes estudios realizados por economistas en las principales universidades de EEUU han encontrado algo perturbador. Una quinta parte de la disminución de empleos en las fábricas entre los años 1999 y 2011 fue causada por la competencia china y, generalmente, quienes perdieron sus puestos de trabajo no encontraron nuevos cerca a sus hogares.
Las actuales preocupaciones por tales hallazgos han avivado el debate sobre el comercio en la elección presidencial de EEUU. Donald Trump, el favorito entre los republicanos, promete instaurar aranceles prohibitivos a las importaciones de China y México. Bernie Sanders, el rival a Hillary Clinton y candidato demócrata, ha mostrado su oposición a los acuerdos comerciales como una insignia de orgullo. Clinton, por su lado, se ha apartado de su antiguo apoyo a la Asociación Trans-Pacífico (TPP), un acuerdo comercial negociado por Barack Obama.
Un comercio más libre fue uno de los motores de prosperidad en las décadas después de la segunda guerra mundial, en los Estados Unidos y en otros países. Sin embargo, ahora los principales políticos no sólo temen apoyarlo, sino que avivan el debate en contra. Eso es lamentable. El libre comercio aún merece un apoyo a pleno pulmón, aunque se debe tener mayor cuidado con aquellos a quienes les afecta negativamente. Quienes apoyaron el libre comercio siempre han sabido que algunos pierden aun cuando beneficie a la mayoría.
La peor respuesta a tales temores es el proteccionismo que Trump está vendiendo. Un estudio realizado por economistas de la Universidad de California y la Universidad de Columbia calcula que la clase media en los EEUU perdería el 29% de su poder adquisitivo si América se cerrase al comercio, pero que los más pobres perderían hasta el 62%, porque gastan proporcionalmente más en bienes que son objeto de comercio.
Pero, ¿qué se debería hacer para proteger a los trabajadores que han perdido a causa de la competencia del exterior? La red de seguridad proporcionada por la asistencia a ajustes del comercio, un programa federal, es mínima – por lo que muchos trabajadores estadounidenses desplazados optan por beneficios de invalidez más generosos y se salen del mercado de trabajo. En realidad, EEUU ha importado algunos de los peores aspectos de Europa ignorado los mejores.
Lampadia