En la siguiente entrevista, Felipe Ortiz de Zevallos, una de nuestras reservas intelectuales y morales, fundador del Grupo Apoyo, ex Rector de la Universidad del Pacífico y ex Embajador del Perú en Washington, señala que el Perú está recuperando el tiempo perdido, está enrumbado hacia el desarrollo y el bienestar; sin embargo subraya que “la política, lamentablemente, se ha venido desenvolviendo por carriles poco vinculados a la economía y a la sociedad”.
¿Cuál es su balance de los últimos 15 años, en lo económico y en lo social?
En los últimos lustros, el Perú ha logrado un notable crecimiento productivo basado en una economía estable y abierta, términos de intercambio comercial favorables y un mayor ahorro interno; todo lo cual ha generado un aumento bastante significativo de los ingresos, de la inversión privada, nacional y extranjera, así como una multiplicación y diversificación de las exportaciones. Entre 2002 y 2012, hemos crecido a 6.8% en promedio anual, cuando Chile y Colombia, por ejemplo, lo hicieron a 4.9% y 4.7% anual. Respecto de nuestros vecinos de la Alianza del Pacífico, que hace 40 años mostraban un desarrollo similar al nuestro, pero que nos dejaron atrás en los años 70’s y 80’s del siglo pasado, hemos logrado un esperanzador proceso de “catching-up”. En la actualidad, el sistema financiero peruano se caracteriza por una adecuada solvencia y los fondos de pensiones contribuyen con una oferta de capitales a largo plazo. Las principales empresas nacionales ya se proyectan más allá del mercado nacional. Se prevé un futuro relativamente cercano en el cual el PBI del Perú volverá a ser superior al de Chile. Y en la contraparte social, nos estamos beneficiando de unas pocas décadas de bono demográfico, en las cuales los peruanos en edad de trabajar representan, comparativamente, una mayor participación de la población total que en otras épocas. Ello, así como la actitud emprendedora de buena parte de la población, han contribuido a un crecimiento muy dinámico de la clase media y a una disminución significativa de la pobreza, especialmente de la extrema.
¿Por qué nuestros líderes políticos no asumen esa realidad y más bien basan su accionar en la negación de ese balance, empezando por el propio Presidente de la República?
La política, lamentablemente, se ha venido desenvolviendo por carriles poco vinculados a la economía y a la sociedad. Y es más pasadista que futurista. Seguimos teniendo fuertes rezagos de una cultura mental patrimonialista, de una visión del “Estado-como-botín”, y cargamos una pesada mochila de paradigmas obsoletos. Los partidos políticos no se han adecuado a los cambios. Si en la economía ya nos estamos acercando a Chile y Colombia, en la política nos encontramos estancados, si no retrocediendo. La calidad de nuestra democracia es bastante mala. Y la institucionalidad es muy frágil. Hay poca reciprocidad, transparencia y “accountability”. En el mundo de las ideas, existe mucha confusión y poca tolerancia. La descentralización es un proceso atolondrado y poco equilibrado en lo administrativo, lo que nos puede pasar la factura en el tiempo, como sucede hoy en España. Un indicador relevante, se han comprado 820 kits para las elecciones regionales del año entrante. Para 25 regiones, ello equivale a más de 30 listas potenciales de candidatos por región. ¿Cómo puede un ciudadano escoger bien entre 30 candidatos a un cargo electo? ¿Qué representatividad termina teniendo alguien que puede ganar una elección con, digamos, el 20% de los votos? Nuestra economía es una que ha permitido el crecimiento y el progreso; pero nuestro sistema político no nos permite avanzar aún en el ideal de conformar una verdadera república de ciudadanos.
¿Qué habría que hacer para que nuestros ciudadanos tomen conciencia de los principales indicadores de la realidad nacional?
Se requiere de una significativa campaña de información y educación. También de la difusión de indicadores de desempeño, para compararlos internamente entre las diversas regiones y provincias, así como con los correspondientes de México, Chile y Colombia, países con los que conformamos la Alianza del Pacífico. Un dato, por ejemplo, la población promedio de una municipalidad en México, Colombia y Chile supera los 40,000 habitantes. En el Perú, en cambio, es inferior a 20,000. ¿Qué reflexión podríamos sacar de eso? Otro aspecto, México, Chile y Colombia tienen todos Senado; el Perú, no. Indicadores y comparaciones como éstos deben ser divulgados, entendidos, analizados y evaluados para promover una mayor conciencia y cultura política.
¿Cuál cree que sea el balance para los ciudadanos?
Todo ciudadano desarrolla un sentido de identidad y pertenencia en el lugar donde interactúa socialmente, con responsabilidad, derechos y obligaciones. En el mundo globalizado actual, eso se da a diferentes escalas: comunidad local, Estado nacional, regiones internacionales ampliadas y el planeta como conjunto. A sus ciudadanos de hoy, el Perú les ofrece una economía en la cual pueden potencialmente desarrollarse, una sociedad emergente lleno de desafíos, pero un aparato estatal todavía empírico, un marco institucional aún endeble y frágil y, finalmente, un sistema político que podría colapsar si no se instrumentan pronto importantes reformas.